Las dos primeras semanas de septiembre han rescatado la imagen de los autobuses y tranvías de Zaragoza llenos de personas que tienen la fortuna de reengancharse al puesto de trabajo en plena segunda oleada del coronavirus. La reactivación de las empresas tras el primer parón estival de la era pandémica llega con unos datos de contagios en cotas altas, que amenazan con tensionar los mecanismos de prevención de riesgos laborales que las compañías aragonesa han ido armando en estos últimos meses.

Las patronales insisten en que se están haciendo las cosas bien, los sindicatos alertan sobre los vectores de contagio que representan los oficios más precarizados y los técnicos de prevención advierten de los riesgos psicosociales que se han ido incubando durante los últimos meses y que pueden comenzar a estallar ahora. Con efectos tan o más peligrosos para la salud de las personas que el propio virus.

Hacer balance del estado actual de la pandemia es complicado. Las cifras de ahora significan algo diferente al escenario de marzo y abril (entonces solo se detectaban los casos más graves). Y, aunque el covid-19 sigue al alza en España, la incidencia del virus es distinta (dado que muchos de los diagnósticos de ahora son leves o asintomáticos).

Varios epidemiólogos consultados por este diario coinciden en dos puntos críticos en el diagnóstico del momento. Uno, que en algunos territorios afrontan un escenario de transmisión comunitaria. Y dos, que empieza la segunda oleada.

La vuelta a los centros de trabajo arranca bajo unos indicadores preocupantes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) apuntó en mayo que la pandemia podía darse por controlada cuando el porcentaje de positivos detectados se situara por debajo del 5%. En estos momentos, la tasa de positividad en España rebasa el 11%.

La incidencia de casos por cada 10.000 habitantes señala a Madrid y Cataluña como las comunidades más afectadas. En Aragón, Baleares, y País Vasco más del 10% de las camas hospitalarias están ocupadas por pacientes covid-19. Estos indicadores no solo dibujan un panorama preocupante en el presente. Sino que hacen temer que, si la situación no se controla, las siguientes semanas irán cuesta abajo. Sobre todo a las puertas de la época de resfriados y gripe.

INVERSIÓN DESIGUAL

¿Están mejor preparadas las empresas que hace seis meses? Hay un cierto consenso entre patronal y sindicatos en que sí. «Implantar las medidas de ahora en el mes de marzo o abril hubiera sido imposible. Entonces era casi misión imposible encontrar siquiera gel hidroalcohólico», apunta Loreto Beltrán, técnico de Prevención de Riesgos Laborales de CEOE Aragón. Asegura que las empresas están concienciadas sobre la importancia de aplicar los planes adecuados porque «no quieren volver a cerrar».

En este sentido, destaca que se ha extendido la utilización de grupos burbuja o turnos de trabajo presencial y a distancia para «tener capacidad de maniobra» en caso de que se registre un contagio en la oficina, aunque venga del exterior. «Las empresas han tener una cierta garantía para mantener la actividad en cualquier situación», agrega.

«La situación es muy diferente a la de abril o mayo. Tenemos más información y más conocimientos, pero hay sectores determinados donde siguen faltando medios», señala José de las Morenas, secretario de Política Sindical e Industrial de UGT Aragón. «No vale volver a la oficina a cualquier precio. Hay que implantar todas las medidas preventivas que sean necesarias», apunta, quien destaca la importancia por ejemplo de higienizar los equipos y herramientas de trabajo que sean de uso compartidos.

NO SOLO SON ‘EPIS

Además de una salud laboral, recuerda que lo que está en juego es el futuro de la actividad económica y de las empresas. «Si se adoptan medidas, la salud de la empresa mejora», advierte. Entre las asignaturas pendientes, señala la falta de comunicación a las plantilla sobre los casos de coronavirus que se detectan en las empresas. «Al amparo de la confidencialidad, se oculta información. La transparencia es clave para aplicar una política preventiva y correctiva ante posible brotes», asevera.

La extensión de medidas de prevención en el espacio público, como las mascarillas, ha ayudado a mejorar las exigencias en los centros de trabajo. Las fuentes consultadas coinciden en señalar que esa consciencia refuerza comportamientos ya precavidos. «Aquellas empresas que son bastante exigentes en medidas de prevención están haciendo un gran esfuerzo. Y aquellas en las que la prevención es un trámite más que cumplir, sí que se nota dejadez y cierto desconocimiento», comenta el presidente de la Asociación de Especialistas en Prevención y Salud Laboral (Aepsal), Ismael Sánchez-Herrera.

Y no todas las empresas invierten lo suficiente en materiales homologados, además de focalizar en exceso en la protección individual, obviando la colectiva.

RIESGOS PSICOSOCIALES

En tiempos de pandemia, la prevención de riesgos laborales no pasa únicamente invertir en materiales. La organización de los tiempos de trabajo y los protocolos de actuación son dos elementos clave. Desde la Sociedad Española de Epidemiología plantean la siguiente fórmula para prevenir riesgos: 1) Teletrabajo para quienes puedan. 2) Equipos burbuja que se vayan turnando semana a semana. Y 3) Dentro de la oficina un estricto cumplimiento de las tres emes: mascarilla, metros (de distancia) y manos.

Desde la patronal CEOE Aragón ponen el acento en dividir las plantillas por grupos de trabajo estables, con el fin de detectar y rastrear posibles contagios. Esto permite aislar a los afectados si fuera necesario y minimizar el riesgo de tener que paralizar toda la actividad del centro de trabajo.

El virus no es solo un peligro físico, sino que bajo la emergencia generada subyacen riesgos psicosociales. Un estudio de CCOO señala que son más los trabajadores que consumen fármacos para combatir el estrés o la inseguridad. «Los factores psicosociales florecerán de aquí a la Navidad. Es algo muy peligroso y las empresas deben vigilarlo muy de cerca», alertan desde Aepsal.