Rogia Adam Ahmed, la mujer de origen sudanés que ha sido desahuciada a instancias de su marido, abandonó ayer voluntariamente la vivienda que ocupaba en Tarazona junto con su hija de corta edad.

Con la entrega de las llaves, el piso podrá volver a ser ocupado por su todavía esposo, Ahmed Ibrahim Arbab Abderhamam, un inmigrante magrebí que trabaja en una fábrica de plástico de la localidad.

El caso de Rogia, que denunció a su marido por malos tratos, le había granjeado el apoyo de Stop Desahucios y de muchos vecinos de Tarazona. Esta popularidad hizo que hace pocas fechas una pequeña muchedumbre se concentrara ante su casa y lograra impedir el desahucio fijado para ese día.

"La nueva situación, que se ajusta a la legalidad y a la razón, no perjudica a los intereses de la hija del señor Arbab, ya que la pequeña puede seguir residiendo en la vivienda de su padre", manifestó ayer María del Mar Martínez Marqués, abogada del marido.