Es un pueblo a las puertas de La Almozara. Sólo el ruido de los trenes de mercancías que maniobran junto a las estaciones de La Almozara y de Delicias importunan la tranquilidad de las 18 familias que viven en el bloque ferroviario colindante a ambas terminales. En unos meses tendrán que salir para dejar paso a las máquinas que levantarán el barrio del AVE.

Todos los vecinos saben desde el año 2000 que están condenados al desahucio y se aferran a sus viviendas, de una sola planta, por las que pagan a Renfe un alquiler de entre 108 y 180 euros mensuales. "Cuando desalojaron los pisos de Delicias nos dimos cuenta de que algún día nos tocaría a nosotros. Estamos aquí de regalo", señala una de las vecinas, Carmen.

Esta joven hija de ferroviario nació en la estación. Su madre aún ocupa la casa natal y una de sus hermanas estuvo en una tercera hasta hace unos meses. Sus ojos verdes se iluminan al hablar del pueblo en el que vive con su marido y sus dos hijos desde hace ocho años: "No me iría por nada. Tenemos espacio, tranquilidad y todo está muy cerca con el coche. Es lo que busca todo el mundo que se va al extrarradio. Además, es barato".

Su marido Carmelo hace cuentas y no le salen los números: "Los alquileres son carísimos, por lo que estamos mirando algo para comprar. Lo adecuado sería que el ayuntamiento facilitase vivienda".

Su petición es la misma que la de Nicolasa Romero, que se vino hace ocho años con sus hijos desde Jaén. "Tengo 72 años y me gustaría no tener que ir a casa de ningún hijo mientras me pueda manejar. Si sólo nos dan dinero, ya veré si me puedo apañar", apunta sin perder la sonrisa.

Sus vecinos Pedro Regalado, ferroviario de 80 años, y Alfonsa Arévalo, de 79, se toman el futuro desalojo con la tranquilidad que da tener otra propiedad. "Tenemos casa en Aranjuez, pero vivimos aquí desde hace 32 años. Decidimos quedarnos en Zaragoza después de la jubilación porque tenemos aquí a la hija casada, pero si no es echan no vamos a llorar", apunta el matrimonio.