La Universidad de Zaragoza ha recibido 2 millones de euros de la Unión Europea para desarrollar un proyecto que aprovechará los deshechos y excedentes agroforestales para transformarlos materias de valor añadido a través de pequeñas biorefinerías y contribuir así a la transición económica y energética al tiempo que ayuda a paliar los problemas de despoblación del medio rural.

El investigador de la Fundación Aragonesa para la Investigación y el Desarrollo (Araid) en el Instituto de Síntesis Química y Catálisis Homogénea (ISQCH), Fernando López, ha sido el encargado de desarrollar el proyecto Metacell, que hoy ha presentado en rueda de prensa junto con la consejera de Innovación, Investigación y Universidad del Gobierno aragonés, Pilar Alegría, y el vicerrector de la Política Científica de la Unizar, Miguel García.

El objetivo de la investigación consiste en la creación de células artificiales a partir de cualquier residuo agroforestal que tenga aceites de desecho o materias primas como, por ejemplo, las plantas que se usan para la producción del biodiesel, a través de una nueva generación de biofactorías capaces de sintetizar moléculas de alto valor añadido para elaborar fármacos, cosméticos, aditivos alimentarios o polímeros.

Se trata, por tanto, de un proyecto que apuesta por el desarrollo sostenible, de tal forma que la biología se queda al servicio de la tecnología química para contribuir a la transición económica, es decir, pasar de un modelo basado en materias primas fósiles (petróleo) a otro basado en energías renovables sin dañar la salud medioambiental del planeta.

“Esto significaría una revolución biotecnologíca del mundo rural que podría paliar los problemas de despoblación actuales, así como un cambio en la dinámica de los flujos migratorios”, ha explicado el investigador quien ha puesto como ejemplo un flujo de profesionales altamente capacitados desde las ciudades al mundo rural "donde se deberán implementar estas tecnologías para cimentar la nueva bioeconomía”.

Mientras las materias primas fósiles están concentradas en puntos geográficos muy específicos, las materias primas renovables se encuentran distribuidas por todo el planeta, como resultado de la actividad agrícola que genera gran cantidad de desechos (incluso excedentes) agroforestales con gran potencial de revalorización.

Sin embargo, según López, estas materias primas no pueden ser procesadas en grandes instalaciones localizadas en pocos lugares ya que su transporte sería muy costoso y deben ser transformadas en pequeñas biorefinerias distribuidas por todo el territorio, generando desarrollo tecnológico allá donde se generen estos desechos y excedentes agroforestales.

La ayuda de los dos millones de euros de la Unión Europea se destinará a desarrollar esa plataforma biotecnológica que permita crear las biorefinerías, lo que requerirá contratar hasta diez investigadores altamente cualificados en áreas como la bioquímica, la biotecnología, la ciencia de materiales e ingeniería bioquímica y de procesos.

López ha agregado que este proyecto es "un claro ejemplo" de cómo la inversión del Gobierno en educación pública se puede "recuperar" y que "invertir en personas" es "invertir en futuro".

Además, el investigador ha puntualizado que una de sus "misiones" siempre fue poder "revertir" a la sociedad todo el dinero y esfuerzo que ha "dedicado" en él durante tantos años.

Con esta financiación, la UZ pasará de 10 a 11 proyectos de primer nivel en el ámbito de la investigación, distribuidos en tres categorías: Starting (4), Consolidator (3), Advanced (3) y un “Proof of Concept”. .

Fernando López Gallego nació en Villaminaya, un pequeño pueblo de la provincia de Toledo, y se formó en las universidades de Castilla-La Mancha y la autónoma de Madrid. Después de un largo periodo en la los Estados Unidos como investigador de la Universidad de Minesota y tras su experiencia industrial en Repsol, en el año 2017 empezó a formar parte de la Universidad de Zaragoza como investigador Araid.