Cuatro meses llevaban esperando en el Pirineo a poder recibir visitantes de fuera de la provincia altoaragonesa. Y este ha sido el primer sábado en el que esto pudo ocurrir (legalmente). Indudablemente el desconfinamiento de las provincias ha hecho aumentar el número de viajeros por muchas comarcas, pero ni mucho menos se ha dado el boom

En Astún, sin ir más lejos, la única estación de esquí que está abierta en la comunidad, sí que aumentó la afluencia de personas pero no llegó a haber aglomeraciones ni llenazo. Las pistas estaban tranquilas y los que decidieron pasar el día en la nieve no tuvieron mucho inconveniente ni largas filas que esperar.

En Canfranc, antes de las pistas, su alcalde, Fernando Sánchez, explica que la apertura de las provincias sí que ha provocado «un aumento» de visitantes «con respecto a otros fines de semana». «Pero tampoco ha sido tanto», puntualiza el regidor, que dice que ha habido «algo más de movimiento que un fin de semana normal». Pero nada de estampidas de zaragozanos y turolenses peleándose por ver la majestuosa estación internacional de trenes.

No obstante, para Semana Santa «habrá muchas medidas restrictivas», por lo que tampoco va a ser un momento «excesivamente complicado», explica el alcalde de Canfranc, que pide «concienciar a la gente para que cumplan las medidas sanitarias». «No tenemos excesivo miedo», asegura el regidor.

En Biescas, en el Valle de Tena, también han registrado un aumento del turismo este fin de semana. «El viernes por la mañana ya se notó que había más gente y este sábado a lo largo del día también. Lo que más han venido han sido los que tienen aquí segundas residencias, porque desde diciembre no han podido venir y han sido meses de mucho frío y querían comprobar el estado de sus domicilios», explica la alcaldesa de esta localidad altoaragonesa, Nuria Pargada. «Pedimos que la gente que venga respete las medidas sanitarias, pero con lo parado que ha estado esto todas las visitas son bienvenidas», añade la responsable del consistorio.

Desde la Dirección General de Tráfico afirman que tampoco se han registrado retenciones en las carreteras aragonesas y que el tráfico hacia el Pirineo, vía Monrepós, ha sido fluido a lo largo de toda la jornada.

Hacia el este, en Alquézar, su alcalde Mariano Altemir admite que «ha aumentado sensiblemente el número de visitantes al pueblo», lo que ya ha hecho que los hosteleros de la localidad muevan ficha. De los 16 restaurantes que hay en Alquézar, diez están ya abiertos, lo cual es mucho comparado con la situación que se daba hasta ahora.

En Teruel esperan a los valencianos

Pero si bien en Huesca parecen razonablemente satisfechos a pesar de que no han alcanzado el lleno, en Teruel siguen a la espera de que se desconfine la comunidad para que «nuestros vecinos valencianos puedan visitarnos». «Son los que más vienen, los de Valencia y los de Cataluña. Estamos a 6 kilómetros de la frontera y no podemos cruzar, pero sí podemos ir a Huesca... En fin, tendremos que esperar, pero la cosa por el momento está muy tranquila», dice Ricardo Altabás, el alcalde de Cantavieja.

En este municipio, capital del Maestrazgo, no llegan al millar de habitantes pero hay ocho casas rurales, cuatro restaurantes y dos hoteles, por lo que la dependencia de su economía del turismo es considerable. «Prácticamente no hay nada. Muchos comercios siguen cerrados, pero vamos, no esperábamos más, sabemos de donde vienen nuestros visitantes y de momento no pueden», explica Altabás.

Y en Zaragoza, Anento sigue cosechando cifras de éxito. «El párking se ha llenado otra vez, pero la cosa está más tranquila que en fines de semana anteriores y no ha habido masificaciones. Si siempre fuera así estaría bien, pero hay a algunos que le sigue pareciendo demasiado», asume el alcalde del pueblo, Enrique Cartiel.

Y es que en este pueblo, considerado uno de los más bonitos de España, los visitantes de la capital aragonesa no han dejado de llegar desde que desconfinaron Zaragoza ciudad. Durante el último puente festivo, del 5 al 7 de marzo, se desplazaron hasta Anento más de 5.000 personas, «una barbaridad para un municipio tan pequeño», con 97 habitantes censados, entre 35 y 40 residentes a lo largo del invierno.