La Guardia Civil arrestó el martes en el barrio zaragozano de Garrapinillos a un hombre de 35 años en cuya vivienda encontraron un completísimo arsenal que abarcaba desde armas blancas hasta un lanzagranadas, pasando por pistolas, fusiles o material para la fabricación de explosivos. Aparte de los delitos derivados del material -tenencia, tráfico y depósito de armas-, al hombre le constaba una requisitoria de busca, captura e ingreso en prisión por un delito anterior, no precisado. Por ambas cosas fue enviado ayer a prisión provisional, tras pasar a disposición del Juzgado de Instrucción número 8 de Zaragoza.

El arrestado, del que la Guardia Civil declinó proporcionar siquiera sus iniciales, tenía la casa vigilada con un completo sistema de cámaras de vigilancia, con los soportes informáticos necesarios para controlarlas, y algunas pistolas estaban municionadas, listas para su uso. Esto podría explicar por qué el instituto armado ha sido tan cauteloso a la hora de efectuar el arresto desde que se inició la investigación, bautizada como operación Illinois, en febrero del 2017.

HERENCIA Y ACCIDENTE

Fue entonces, según explicó el Cuerpo, cuando obtuvieron las primeras informaciones que les hicieron sospechar que un vecino de Garrapinillos poseía varias armas de fuego, propiedad de un familiar que había fallecido hacía poco. En el mes de marzo, supieron que el hombre había resultado herido en su domicilio, al parecer en un accidente mientras manipulaba munición.

A lo largo de los meses fueron recopilando evidencias de que el hombre poseía y manipulaba armas en la casa, bien protegida en cuanto a vigilancia, y finalmente el pasado martes efectuaron la detención y la entrada y registro en el domicilio.

Allí, aparte de constatar el sistema de control de accesos, descubrieron una ingente cantidad de armas, tantas que ni siquiera fue posible exponerlas todas, ayer, en la Comandancia de la Guardia Civil de Zaragoza.

En el arsenal figuraban pistolas y revólveres, un subfusil y un fusil de asalto, una granada de mano, una escopeta recortada, hachas, puñales y otras armas blancas, puños americanos o un chaleco antibalas, entre otros muchos elementos.

FABRICACIÓN Y PRUEBAS

El hombre también tenía un arcón con material para la fabricación de explosivos y herramientas para la manipulación y limpieza de armas. De hecho, en un taller anexo a la vivienda había útiles para trucarlas (se suele hacer para convertir un arma de fogueo en otra con capacidad de disparar fuego real) y diversas puertas y objetos de la casa tenían señales de que habían sido disparadas.

Para completar las peculiaridades de la vivienda, en el salón, bajo el sofá, los agentes descubrieron una trampilla que daba acceso a un zulo en el que cabía una persona tumbada, que podría utilizarse bien como escondite, bien para un secuestro. El instituto armado no indicó que hubiese señales de haber sido usado, ni las imágenes daban ninguna pista al respecto.

En la operación que propició este gran decomiso intervinieron, además de Información, agentes del servicio cinológico con perros especialistas en detección de armas llegados desde Madrid; los canes expertos en explosivos, de Zaragoza; los técnicos en desactivación del Gedex; los agentes de Seguridad Ciudadana (Usecic) y los especialistas de intervención de armas y explosivos del instituto armado.