Pedro Santisteve e Iván Andrés han sido durante buena parte de la legislatura una pareja bien avenida. Una relación leal y de mucho esfuerzo personal que se fue fortaleciendo a base de reveses políticos de quienes se veían como enemigos de la confluencia. Se sabían al mando de una planta noble que, poco a poco, se fue convirtiendo en un búnker. Y transformar las paredes de cristal en muros infranqueables acaba generando suspicacias dentro de la fortaleza. Y la Alcaldía no iba a ser una excepción. Su final, rubricado ayer con un cese -que no es una dimisión-, se produce cuando Podemos certifica que todos los puentes están dinamitados con Zaragoza en Común (ZeC) y que si hay que construir otros será a partir del 27 de mayo. Por eso la suavidad en el trato, Pero su relación ya estaba desgastada de antemano, antes de quedarse uno en cada orilla.

Iván Andrés ha sido siempre un nexo de unión entre la Alcaldía de Zaragoza y la dirección de Podemos cuando ambos remaban en la misma dirección, pero se torció mucho antes de las primarias de ZeC y todo este embrollo de los últimos dos meses. A base de episodios difíciles en los que es complicado ponerse de canto. Como el que sacudió el búnker el 12 de mayo del 2018. EL PERIÓDICO desvelaba que el coordinador de ZeC cargó un viaje a Nueva York a su grupo municipal.

Guillermo Lázaro era el protagonista de ese viaje, y pese a defender que fue un «error» que se subsanó varios meses después de su estancia, las dos facturas por valor de 2.814,02 euros recorrieron media España. A él le costó el puesto -antes ya había dejado el cargo de secretario general de Podemos Zaragoza- y acabó relegado al de asesor técnico; al partido, el peaje de abrir en canal sus cuentas y su funcionamiento interno con dos cuentas bancarias que casi nadie conocía.

Este episodio provocó el cara a cara entre Pedro Santisteve e Iván Andrés, levantó ampollas en la planta noble del consistorio y no precisamente por la publicidad dada al asunto. En el seno interno de Podemos, y por extensión en el de ZeC, fue mucho más doloroso la búsqueda de un culpable, por una filtración que nunca nadie pudo demostrar. El alcalde pedía adoptar decisiones drástricas con Lázaro, pero en el trasfondo de la polémica subyacía la acusación desde algunos sectores de Podemos, y entre ellos Iván Andrés y el propio Lázaro, a Marta Horno, por el simple hecho de haber sido la única persona que se sabía que tenía esas facturas, porque las había mostrado en una asamblea. Quizá no era la única pero... Señalarle a ella, que era de la absoluta confianza (fueron pareja sentimental) de la vicealcaldesa, Luisa Broto, era atacar al principal apoyo de Santisteve. Por suerte, se logró una salida airosa y cerraron filas todos. El tiempo rebajó toda la tensión pero Lázaro ya nunca recuperaría el puesto de coordinador del grupo. Mientras, se alineaba a Horno, para la actual dirección de Podemos, con el sector crítico de Esther Moreno y Pilar Vaquero, o mejor dicho, el sector crítico, el de Érika Sanz.

LA IRRUPCIÓN DE RAÚL ROYO

Este dato es relevante, porque otro de los episodios tensos llegó con las primarias de Podemos. Un pulso Sanz-Escartín que el alcalde vivió en primera persona en la planta noble. Su coordinador general apoyaba al actual secretario general. Su otra persona de confianza, Raúl Royo, a quien fue rival de quienes ahora mandan en la formación morada y que han encontrado ahira en la confluencia un cobijo.

La victoria de Escartín, Maru Díaz y Violeta Barba en sus múltiples envites de primarias ha tenido a Royo y a Andrés en lados opuestos de la balanza. Y Santisteve, al final, se decantó por la posición del primero y eso fue desgastándole con el segundo.

Aunque el origen de su distanciamiento definitivo algunos lo sitúan en septiembre de¡ 2018. Primero con la comisión de investigación sobre el ICA que forzó Podemos en las Cortes y el día en que comparecía el alcalde. No avisó a nadie de que anunciaría su recurso a la justicia europea tras el revés del Constitucional. Ni a la formación morada, ni a Fernando Rivarés, que comparecía ese día, ni a su coordinador.

Santisteve siempre reprochó la tibieza con la que Podemos se posicionó cuando la DGA giró los primeros recibos en Zaragoza, en el 2017, y mientras ZeC casi llamaba a la insumisión fiscal, los otros aprobaban los presupuestos de Aragón sin tocar ni una coma de esta imposición. Después de su paso por la comisión de investigación, Podemos negoció la reforma del impuesto con el Gobierno de un Lambán que ni atendía las llamadas del alcalde.

Y así se fragua un desgaste de largo recorrido al que las primarias de ZeC, las discusiones sobre la confluencia o la coalición con Podemos solo han puesto el broche. Y ahora, mientras ambos intentan la conquista del relato y cuando se han dinamitado todos los puentes, tocaba adoptar una decisión que habría llegado antes si no fuera por esa esperanza que hasta el martes seguía viva. H