Dos agentes de Policía Nacional integrados en el contingente desplazado a Cataluña respiran ya con tranquilidad en tierras aragonesas después de permanecer varios días deambulando por el avispero catalán con una mezcla de sentimientos de desolación y de desamparo.

Tras varios días de encierro en uno de los barcos en los que fueron alojados parte de los agentes desplazados para hacer frente al desafío independentista, Manuel y Fernando, nombres ficticios que prefieren utilizar, se encuentran alojados en un hotel de Huesca para cumplir en los próximos días con un nuevo servicio.

Relajados, los dos se sienten ahora con fuerza para narrar, en un relato a Efe, una experiencia que les hizo sentirse aislados y prácticamente sin conexión con el exterior, pero también odiados, rechazados e insultados a cada minuto de su estancia en Cataluña.

El recibimiento que se les hizo a ellos y a medio centenar de sus compañeros a las puertas del hotel Pedro I de Huesca, los abrazos y aplausos recibidos por decenas de espontáneos ante el establecimiento, les han hecho sentirse apoyados y su labor valorada.

Ambos fueron trasladados la madrugada del pasado día 1 a distintos puntos de la Comunidad catalana para respaldar las intervenciones de los Mossos d'Esquadra, a quienes se les había encomendado la misión de cerrar los locales en los que habían sido depositadas las urnas.

Reconocen que cuando llegaron a cumplir con su labor, se encontraron con los locales abiertos, sin el apoyo de los Mossos y con la obligación de "hacer lo que no han querido hacer los otros".

Manuel y Fernando aseguran que ese fue uno de los peores días de sus vidas como policías, sin instrucciones precisas, sin apoyo para hacer frente a cientos de personas que trataban de impedirles cumplir con su labor y bajo una lluvia continua e interminable de insultos.

Después, días de reclusión en el barco en el que el gobierno decidió alojarlos, una embarcación turística de nacionalidad italiana con estrechos camerinos sin baño y con un menú repetitivo día y noche, "pasta, pasta, pasta".

Los dos policías aseguran que las horas transcurridas en el barco fueron desoladoras, sin acceso a los medios de comunicación y con las escasas informaciones que recibían vía whatsapp de familia, amigos o compañeros.

Unos momentos en que la euforia se desataba ocasionalmente, añaden, cuando veían regresar al barco a sus compañeros después de una tensa jornada en las calles.

No pudieron ver las imágenes difundidas el día del referéndum ilegal que suscitaron denuncias de "represión brutal" desde filas independentistas, pero se muestran convencidos de que se utilizó la "fuerza necesaria" para llevar a cabo su labor.

Ahora, vistas las imágenes y conocida la manipulación de algunas de las que se emitieron, insisten en que la responsabilidad de lo ocurrido corresponde la Mossos, e intercambian una mirada cómplice cuando se les pregunta sobre qué grado de culpa se le puede achacar al mayor de este Cuerpo, Josep Lluis Trapero.

Valoran, sin embargo, el hecho de que el "asedio" que sufrieron ellos y sus compañeros en los distintos establecimientos en los que estuvieron alojados ha sacado finalmente de sus casas a algunas familias catalanas que les han hecho sentir su "apoyo y cariño".

Un apoyo, sin embargo, que aseguran no haber sentido durante los largos días pasados en Cataluña por los responsables políticos tanto del Cuerpo Nacional de Policía como de la Guardia Civil.

El apoyo de la gente es, para ellos, fundamental para asumir toda su experiencia de estos días y afrontar con ánimo su próximo destino, previsiblemente, apuntan, en funciones de seguridad durante las Fiestas del Pilar del Zaragoza.

"La gente -asegura Manuel- suele acordarse de la policía cuando le multan o le sancionan por alguna infracción, pero es bueno que valoren que quienes velan por su seguridad y se enfrentan a situaciones complicadas somos también nosotros".

Manuel y Fernando proceden del sur de España, su acento lo delata, y lo que más echan de menos en estos momentos es poder reunirse con sus familias y asimilar todo lo ocurrido.