Una joyería situada en la céntrica calle Alfonso I de la capital aragonesa fue ayer víctima de un robo mediante el método del butrón, aunque con tintes cinematográficos. Los ladrones llevaron a cabo un butrón en una oficina situada en un primer piso, por el que no llegaron a descolgarse al emplear un sistema de pinzas con las que extrajeron las piezas que estaban expuestas sobre los bustos del escaparate. De esta forma trataron de evitar que los sensores de movimiento saltaran, si bien uno de los colgantes, gracias a su volumen, fue el que hizo que tuvieran que abortar rápido el plan. El valor del botín no ha sido concretado, aunque sería importante.

El autor o autores de esta sustracción actuaron a primera hora de la mañana, accediendo como un vecino más al edificio del situado en el número 16. Todo apunta, según fuentes consultadas, a que esperaron a una hora prudente en la que poder hacer ruido de obras y no ser denunciados por ningún vecino. Fue a las 09.30 horas cuando sonó la alarma en la central de seguridad de la joyería Aresso, que, según estas mismas fuentes, se puso en contacto con una de las empleadas del establecimiento, tal y como marca el protocolo. La trabajadora, al subir la persiana, descubrió que de los dos expositores existentes en el comercio, en el que se mostraban las piezas de oro amarillo -que es más codiciado de cara a ser fundido- había sido desvalijado. El otro, en el que hay joyas de oro blanco -aleación de oro con níquel o paladio- estaba intacto. Esto hace pensar a los investigadores que el ladrón o ladrones hicieron una labor previa de vigilancia.

EN UNA INMOBILIARIA

Otro elemento que incide en esta hipótesis es la selección del piso al que accedieron, así como la joyería objetivo. En primer lugar, porque entraron en una inmobiliaria, que en estas fechas estivales suelen estar cerradas al público -esta lo estaba-, y porque, junto al establecimiento robado se sitúa la joyería Regia, a la que también podrían haber accedido desde la empresa, si bien en dichos escaparates se exponen principalmente relojes, cuya salida en el mercado ilegal difiere del oro a peso.

Para acceder a la oficina, los ladrones intentaron romper el bombín de la puerta, pero se les resistió. Ante ello, no dudaron en utilizar la mismas herramientas con las que realizaron el butrón y recortaron el cuarterón inferior de la puerta. Ya dentro, y para evitar que desde la calle se viera que estaban, utilizaron facturas y documentación de la inmobiliaria para empapelar la venta.

Todo hace preveer que los ladrones no contaban con que los sensores de movimiento iban a saltar, ya que no les dio tiempo a recoger los destornilladores y las radiales con las que cortaron el parquet y con las que picaron el suelo de hormigón. La Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Policía Nacional ya está visualizando las grabaciones de las cámaras de seguridad procedentes de varios comercios situados en la calle Alfonso y en sus adyacentes.