Los incendios, a todas luces intencionados, que se han propagado en las últimas semanas por Galicia, Asturias y Portugal, han atraído el foco de atención hacia el trabajo de los investigadores de estos fuegos, que en estas comunidades han llegado a encontrar globos incendiarios y arrestado a un brigadista forestal pirómano, utilizando entre otras herramientas un transmisor para analizar los movimientos de su coche.

Y es que en estas investigaciones, como confirma el capitán del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil de Huesca Arturo Notivoli, cualquier dato es vital. El instituto armado asume en todo Aragón el análisis de los incendios forestales, que se investigan en su totalidad, «todo lo que pase de un conato (una hectárea afectada)», explica el capitán. Unas pesquisas «muy complejas» que rara vez terminan hallando un culpable intencionado. Este verano, como excepción, sí hubo dos arrestos y tres imputaciones por dos incendios prendidos a mala fe.

Según explica el capitán, a la hora de abordar este trabajo «lo primero que hay que hacer es una investigación en campo», lo que involucra toda una serie de análisis destinados a encontrar el área de inicio del fuego, y dentro de esta el punto exacto de ignición, «que es lo que policialmente tiene interés, porque es donde el autor ha podido dejar alguna transferencia» o pista, desde una colilla hasta un resto de tejido.

Este análisis es «muy complicado», insiste, ya que el número de factores que hay que tener en cuenta es enorme, desde el tipo de combustible en la zona hasta el viento. «El fuego deja indicios claros de en qué dirección se propagó, por ejemplo los biselados en las ramas finas, que se mueven en dirección al fuego. Pero esto sería en condiciones ideales, con viento y velocidades constantes. Algo que rara vez se da, y al cambiar, se modifican las direcciones de propagación y se crean dibujos muy confusos», explica el especialista. Por ello, en el análisis han de echar mano de fuentes de datos externas, como la Agencia Estatal de Meteorología.

LA PARTE 'SOCIAL'

Paralelamente al trabajo de estos agentes, otro equipo del Seprona, de forma «totalmente independiente, creando un servicio estanco que no contamine al otro», se encarga de estudiar antecedentes en la zona y parámetros ajenos al fuego. «Por ejemplo, si hay conflictos laborales, sociales, sociológicos, etc., que puedan estar detrás del fuego». Estos pueden ser tremendamente variables, desde despidos de brigadas forestales hasta cuestiones cinegéticas, pasando por ampliación de pastos para los ganaderos.

Según la larga experiencia de Notivoli al frente del servicio, en Aragón el 90% de los incendios, aproximadamente, son por causas naturales, fundamentalmente tormentas secas. Y dentro de ese 10% tras el que está la mano del hombre, otro 90% corresponde a descuidos. Esto no supone que queden sin castigo, pero salvo que se demuestre que la negligencia fue grave, se tratan por vía administrativa, como una multa. Fue en lo que se quedó, por ejemplo, el incendio de Castanesa del 2012, con 2.500 hectáreas de alto valor ecológico afectadas y cuatro pueblos desalojados, originado por arrojar unas brasas.

En 15 años de pesquisas el capitán no ha encontrado ningún pirómano (como enfermedad mental) declarado, y muy rara vez con incendios intencionados. Este verano fue excepcional, ya que acabaron arrestando a un joven (e investigado a otros tres) por un incendio en Barbastro que casi obliga a desalojar el hospital, y que resultó ser un episodio de vandalismo juvenil.

Más extraño aún fue el originado en las inmediaciones del Parque Nacional de Ordesa, cuyo responsable resultó ser un vecino de la zona que quería vengarse de la Administración por haberle multado por una quema agrícola. Pero sabía lo que hacía y actuó en una zona de escaso valor ecológico y previendo que se apagaría en la cima de la ladera, aclara Notivoli.