Desorientada, semidesnuda y envuelta en sangre en mitad de un descampado junto a la N-330 en el zaragozano barrio de Valdespartera. Era de noche. Así halló una patrulla de la Policía Nacional a una joven prostituta que previamente había sido violada y brutalmente apaleada por el treinteañero que horas antes había contratado sus servicios en la calle. Tras una investigación guardada con sigilo por lo complicado de la misma, la Unidad de Familia y Mujer (UFAM) de la Jefatura Superior de Policía de Aragón pudo localizar y detener al sospechoso casi un mes después. Este hombre, identificado como J. M. C. R., de 39 años y de origen español, ingresó en prisión provisional por decisión del titular del Juzgado de Instrucción número 5 de Zaragoza.

La agresión tuvo lugar el pasado 11 de agosto, martes. El hombre iba con su vehículo por la calle Ramón y Cajal, en la zona de Pignatelli cuyos vecinos recientemente han solicitado al ayuntamiento más vigilancia y limpieza, cuando paró a la víctima que ofrecía sus servicios sexuales.

Tras pactar una serie de condiciones sobre las relaciones que iban a mantener ambos en la vivienda del ahora arrestado, la joven se montó en el turismo sin poder prever lo que le iba a ocurrir horas después. Eran sobre las 17.30 horas. Ya en la vivienda del arrestado, situada en el mismo barrio en el que fue abandonada tras recibir la paliza, ambos mantuvieron las relaciones sexuales contratadas. Sin embargo, según pudo saber EL PERIÓDICO, J. M. C. R. le habría propuesto realizar sexo anal y sin preservativo. Ella anteriormente había puesto como requisito el uso de preservativos en todo momento.

Ante la negativa de la víctima a mantener ese tipo de relaciones sexuales, este la sometió mediante amenazas de muerte, golpeándola con gran fuerza y asiéndola con ambas manos del cuello para asfixiarla y provocándole la pérdida de conocimiento. De esta forma logró vencer su resistencia activa y la agredió a puñetazos, lo que le provocó un traumatismo craneal. Asimismo sufrió lesiones en su zona íntima que hizo que ingresara muy grave en el hospital Materno-Infantil de la capital aragonesa (centro en el que se asiste a las víctimas de agresiones sexuales), donde tuvo que ser intervenida quirúrgicamente en varias ocasiones. Incluso fue tal la pérdida de sangre que precisó de transfusiones sanguíneas.

La joven pudo salvar su vida gracias a que llevaba consigo el móvil con el llamó al 112. Por suerte, su agresor no se lo quitó.

En este 2020 se ha registrado un crimen enmarcado en la prostitución, según Feminicidio.net La víctima fue Esther Escobar Ríos, 40 años, que fue asesinada en el distrito de Ciudad Lineal a manos de un hombre que disparó a la mujer en la cabeza en plena calle y la dejó malherida. Murió horas después en el hospital Gregorio Marañón donde había sido trasladada. El supuesto autor, de 56 años y natural de Ciudad Real, se entregó en una comisaría de Albacete, acorralado por la investigación policial.

Pese a que el convenio de Estambul pide contabilizar y dar asistencias a las víctimas de toda violencia machista, independientemente de la relación con el agresor, no todos los casos son calificados de esta forma y, por tanto, no son investigados por un Juzgado de Violencia sobre la Mujer. Ante la violencia, muchas prostitutas desarrollan el llamado proceso de disociación, que consiste en que pierden conexión con su propio cuerpo para poder soportar el maltrato. El 68% , según Médicos del Mundo, sufre trastornos de estrés postraumático.