La Brigada Provincial de Extranjería y Fronteras de la Policía Nacional de Zaragoza detuvo el lunes en la capital aragonesa a Zouhair Terrach, el joven marroquí que el pasado año fue capturado en el momento en el que se encontraban en fase de convertirse en terrorista suicida. En esta ocasión, su arresto responde a una petición de la Fiscalía de la Audiencia Nacional para que sea extraditado a su país de origen.

Fue anteayer cuando este joven de 22 años pasó a disposición del Juzgado de Instrucción número 3 de Zaragoza para tramitar la solicitud del ministerio público. Mientras llega ese momento, el hombre fue enviado a un Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE).

SOSPECHOSOS

Antes de su arresto en Zaragoza donde había establecido su residencia, Zouhair Terrach fue apresado en Madrid en mayo del año pasado.

En aquella ocasión, el juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu acordó su ingreso en prisión provisional ya que se encontraba en un «avanzado y peligroso proceso de radicalización» que lo hacía susceptible de cometer un ataque terrorista en la capital de España. En la operación desplegada por el Cuerpo Nacional de Polcía también se arrestó en aquel momento a Abdessamad Ghailani Hassani, si bien este resaltó en la investigación por su actividad radicalizada a favor del Estado Islámico (EI).

El juez Andreu señaló en su auto que Terrach, que visitaba con mucha frecuencia portales que abordaban la temática del terrorismo yihadista, lo que a su juicio «es indicador de un alto grado de radicalidad islamista».

Además estaba iniciando los trámites para obtener el permiso de circulación de camiones. Una cuestión que por sí misma no es trascendente, pero que los investigadores lo relacionaron en aquel entonces -antes de los atentados de Barcelona y Cambrils- con el ataque terrorista de Niza en el mes de julio del año pasado, reivindicado por el EI.

En el auto de Andreu también se resalta cómo Terrach y Hassani mantenían contactos a través de llamadas telefónicas y por vía WhatsApp. La Policía Nacional localizó a Terrach unas conversaciones con tres amigos más que «externalizaban visibles indicios de afinidad a postulados relacionados con el terrorismo yihadista», según el juez.

En el registro de su domicilio en Madrid se intervino una memoria USB en la que destacaba una carpeta de audios con nueve archivos con propaganda de recultamiento del EI, así como un manual editado por Al Qaeda y asumido por el Daesh.