La Policía Nacional ha resuelto un robo denunciado en febrero por el diplomático español Juan Herráiz, quien hasta 1995 fue marido de la exministra de Exteriores y Sanidad socialista Trinidad Jiménez. Herráiz estuvo destinado en Guinea Ecuatorial y Camerún, entre otros países, y posiblemente allí fue reuniendo una exquisita colección de arte africano y asiático que guardaba en una segunda residencia, en la localidad oscense de Ibieca. Tras la resolución del caso y la detención de sus tres presuntos autores, ha podido recuperar todo lo sustraído, que ya está en su poder.

El diplomático denunció en febrero, en la Jefatura Superior de Policía de Aragón en Zaragoza, la desaparición en su vivienda de alrededor de un centenar de máscaras y otras valiosas piezas de arte.

Las pesquisas policiales pronto condujeron a la pista de tres hombres que habían estado, meses antes de la denuncia, trabajando para la víctima en los arreglos de la casa. Se trata de una vivienda antigua que necesitaba reformas, según fuentes consultadas, tareas para las que el hombre había contratado a estos operarios.

Los presuntos responsables del robo fueron finalmente identificados como B. L. T., de 32 años, P. D. A., de 37 y S. A. M., de 44. Todos ellos, según fuentes consultadas, son de nacionalidad española y residentes en Huesca. Tenían antecedentes por pequeños hurtos, pero nunca les habían arrestado por un robo de tal calibre, al menos por el valor del botín. Una cuantía que, por otra parte, no ha sido precisada.

SIN JUZGADO / Los investigadores del grupo de Robos y Patrimonio Histórico de la Jefatura Superior de Policía de Aragón les localizaron y arrestaron en Huesca, y los ladrones confesaron y devolvieron todo el botín. Al parecer, lo extraño de las piezas había sobrepasado el nivel habitual del botín de estos pequeños ladrones, que no habían logrado dar salida a ninguno de los objetos, por suerte para su propietario. O quizá no encontraron a nadie que supiera darles el valor que tenían y no les compensaba venderlos.

Sea como fuere, el hecho de devolver todo el botín tampoco les vino mal a ellos mismos. Tras haber repuesto todo lo sustraído, fueron puestos en libertad sin siquiera llegar a pasar por el Juzgado de Guardia. Si bien deberán acudir allí a declarar por estos hechos, cuando el juez instructor lo estime oportuno para investigar el robo.