La movilización de agricultores el pasado viernes en Quinto para exigir la limpieza del cauce del Ebro ha surtido un primer efecto. De momento, ayer mismo, el consejero de Desarrollo Rural y Sostenibilidad del Gobierno de Aragón, Joaquín Olona, aseguró que las tareas de saneamiento que se llevan a cabo en la Ribera Baja se extenderán hasta la citada localidad.

En palabras del propio responsable autonómico, se realizarán tareas como podas o retirada de árboles muertos en este espacio, una serie de «trabajos forestales» con el mismo enfoque que las actuaciones que se realizan en los montes y las zonas más alejadas de la ribera.

«Primero debemos finalizar la actuación en Pradilla de Ebro, y después será el turno de Quinto, pero para ello tenemos que completar el procedimiento de declaración de monte de utilidad pública porque el Gobierno de Aragón solo puede actuar en la ribera en aquellas zonas catalogadas como tal», explicó el consejero, que añadió que espera conseguir ese trámite en breve.

La actuación en la zona de Quinto su suma a las 35 hectáreas ya limpiadas en los términos de Sobradiel, Pradilla, Pina de Ebro y Alcalá de Ebro, con un coste de 350.000 euros, según fuentes del Gobierno de Aragón.

En la manifestación celebrado el pasado día 1 de febrero en Quinto tomaron parte medio millar de personas, entre agricultores, representantes politicos y vecinos de los pueblos afectados.

Los concentrados, que cortaron la carretera N-232 de forma simbólica, reclamaron en particular la limpieza de las islas artificiales que se han formado en el cauce del Ebro como consecuencia del arrastre de grava por la corriente.

Estos aportes, que no deben confundirse con las mejanas que tradicionalmente se forman en el centro del lecho, tienen tendencia a solidificarse y a constituir auténticas barreras que frenan el avance del agua y la desvían hacia los laterales. Los ecologistas, sin embargo, no ven la cuestión de la misma forma y consideran que según que limpiezas son un atentado contra el equilibrio natural del ecosistema fluvial.

Además, los agricultores de la zona reclaman que se reparen y refuercen las motas que sirven de defensa a los campos y que, en algunos puntos, como consecuencia del empuje de la corriente en las crecidas del Ebro, se debilitan y deterioran. En particular, los horticultores de Quinto piden que se actúe en el paraje conocido como Talavera.