El Gobierno de Aragón ha comenzado a elaborar este año un mapa de zonas de riesgo para los campamentos de verano en la comunidad, que intentará establecer las ubicaciones idóneas para las colonias que eviten, en la medida de lo posible, evacuaciones masivas como las de los 500 jóvenes que, el pasado fin de semana, tuvieron que ser desalojados de siete campamentos del Pirineo. La elaboración de este cartografiado, sin fecha prevista de conclusión, está comenzando este año con el inventariado de los campamentos que ya se ha comprobado que no ofrecen riesgo, según explica Miguel Ángel Clavero, jefe del servicio de Seguridad y Protección Civil de la DGA.

Su departamento, junto con el Instituto Aragonés de la Juventud (IAJ) coordinan este plan, a través del programa Montañas Seguras, que desde este año ha incorporado al IAJ y a Aramón para coordinar la planificación en verano e invierno.

SIN ALARMISMO El mapa intentará ser una herramienta para reducir riesgos, pero desde las instituciones animan a no exagerar la importancia de estas evacuaciones. "El riesgo cero no existe", recuerda Marta Ferrer, coordinadora del programa, "y en montaña menos". "Por ejemplo, el fin de semana pasado, según contaron los campistas, hubo una especie de tornado en algunas zonas. Eso es imprevisible", añade.

Lo más habitual es que estas instalaciones tengan que ser evacuadas por lluvia, algo que es igualmente difícil de evitar pero que tampoco supone mayor problema. "Ya controlamos que no sean zonas inundables", explica Miguel Ángel Clavero, "pero sí son zonas llanas, donde es más seguro acampar pero donde la escorrentía es escasa. Cuando se anegan no es por una crecida de río, que sería lo peligroso, sino porque el terreno no da de sí para absorber el agua. Es como un campo de fútbol: por muy preparado que esté, si llueve demasiado hay que suspender el partido", ilustra.

"Pero cuando se evacua no es porque los menores corran peligro, sino porque no puedes tener unos niños empapados durmiendo al aire libre. Tendemos a exagerar situaciones que son normales en la montaña", añade Ferrer.

REQUISITOS Para llegar a esta situación de falta de riesgos reales, la normativa se ha ido endureciendo progresivamente en todos sus aspectos, de forma que el IAJ tenga constancia de todos los campamentos que requieran notificación --básicamente los que duren más de dos días-- y pueda actuar sin ocurre algo.

El protocolo, según explican los responsables, incluye esta primera notificación al Gobierno de Aragón, y luego al menos un par de inspecciones. Primero, la del departamento de Sanidad, que supervisa si las instalaciones cumplen con las condiciones higiénicosanitarias para albergar a los menores, en aspectos como la conservación de alimentos.

Además, los técnicos de Protección Civil supervisan la ubicación exacta de las tiendas, para evitar peligros. "Les alertamos si están en una zona demasiado cerca de un río, o de un barranco, que por la noche puede ser peligroso si estamos hablando de niños. Hay un porcentaje pequeño de casos en que sí se corrigen barbaridades, pero es por desconocimiento", explica Clavero. "La gran mayoría de los campamentos está haciendo las cosas muy bien", apoya Ferrer.

La preparación incluye la comunicación con un responsable del campamento, con el que Protección Civil mantendrá el contacto para alertarle de las previsiones meteorológicas adversas y, llegado el caso, coordinará el operativo de evacuación. Para esta, los campamentos han de establecer primero el contacto con los alcaldes de las localidades cercanas, que les indican a qué polideportivo, granja o almacén pueden trasladarse en caso de que la acampada tenga que trasladarse.

"Conviene recordar que en este tema, también en la instalación del propio campamento, hay que contar con la autorización del propietario del terreno. El IAJ puede autorizar la instalación, pero no dispone del sitio. Es algo que además dificulta la elaboración de la cartografía de los terrenos seguros, porque no tenemos seguridad de que estos vayan a poder ser utilizados para otros años si el propietario decide que ya no quiere alquilarlos o cederlos", explica Miguel Ángel Clavero.