El Gobierno de Aragón solicitará el amparo del Ministerio de Justicia si el Ayuntamiento de Tortosa sigue dando largas a la hora de exhumar a Francisco Serrano Iranzo, un guerrillero aragonés del que hay constancia que está enterrado en el cementerio de Els Reguers, una pedanía de la localidad tarraconense. Pese a que hay una notable certeza del lugar del enterramiento, el consistorio de la comarca del Bajo Ebro no dio respuesta oficial a la DGA, que estaba dispuesta a sufragar toda la operación, y de seguir sin contestación, pedirán el cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica a las instancias nacionales.

Así lo confirmó en el último pleno de las Cortes el consejero de Educación de la DGA, Felipe Faci, bajo cuya responsabilidad recae actualmente la memoria histórica. Respondía a la pregunta del diputado de Ciudadanos Ramiro Domínguez, que tanto en su faceta de historiador como en la personal se ha marcado como prioridad conseguir que la hija del guerrillero, Lidia Serrano, pueda ver enterrados los restos de su padre en Castellote antes de morir. «Tiene 83 años, le queda poco tiempo», reiteró Domínguez en la sesión plenaria.

COLABORACIÓN

Suya fue la iniciativa que, en el 2016, abrió la puerta a que Aragón colaborase con otras comunidades autónomas en la recuperación de restos mortales fuera de sus fronteras, como así quedó refrendado en la Ley de Memoria Democrática aprobada hace un año. Ya antes venían trabajando en este caso en concreto de Tortosa, entonces junto al exconsejero de Presidencia, Vicente Guillén, bajo cuya responsabilidad estaba entonces este departamento.

Concretamente fue el responsable de Relaciones Institucionales, Julio Embid, quien se encargó de las conversaciones con el consistorio catalán, que sigue bajo la alcaldía de Meritxell Roigé i Pedrola, de Junts Per Catalunya, aunque ahora en minoría. Según confirmó Embid, la alcaldesa le expuso que no había confirmación del lugar del enterramiento, vía telefónica, pero oficialmente ni siquiera llegó a haber respuesta. Silencio administrativo.

Tampoco cambió la cosa cuando apareció una nueva luz en la investigación, de la mano de un periodista de la zona, Òscar Messeguer, director del Setmanari l’Ebre. Según explica, a raíz de ver en el diario Público la noticia de la solicitud de colaboración del Gobierno de Aragón en este asunto, el año pasado, hizo una noticia al respecto y habló con el consistorio, que le hizo ver que las referencias documentadas del sepelio eran muy genéricas.

«La semana siguiente vino un hombre mayor a la redacción y nos dijo que él sabía dónde estaba enterrado. Entonces él tenía siete años, y estaba jugando con unos amigos por la zona, la pedanía de Els Reguers, y cuando se fueron los enterradores fueron al lugar y vieron la tierra removida». Meseguer encontró también referencias al enterramiento de Serrano Iranzo en ese camposanto, y habló también con historiadores como José Calvo, que en un libro sobre La Pastora, un célebre maquis hermafrodita que durante esa época era compañero de Iranzo, alias El Rubio o El Pitarquino (nació en Pitarque), también se mencionaba el hecho.

Pese a esta nueva información, el consistorio siguió considerando que necesitan «más certezas» para acometer la exhumación, pese a que el Gobierno de Aragón sufragaría tanto el desenterramiento como los análisis de ADN y, en su caso, los gastos del traslado de los restos a la localidad turolense de Castellote, donde los espera su hija Lidia.

Sea desidia o desinterés, los restos siguen sin investigarse. Como también lo están los de Ángel Fuertes Vidosa, originario de Agüero, en El Portell de Morella. Aunque, en este caso, no se trata de una falta de colaboración institucional por parte de la localidad castellonese, sino de que aún no se han encontrado.

UN GUERRILLERO QUE DESERTÓ POR LA POLITIZACIÓN

Francisco Serrano Iranzo, alias El Rubio o El Pitarquino, se hizo guerrillero ante las represalias que tuvo que sufrir su familia por parte de la Guardia Civil, que trataba de encontrar a su tío, Miguel, quien a su vez había tenido que ocultarse harto de tener que vivir constantemente vigilado por haber sobrevivido a la guerra civil en el bando republicano, según explica el diputado e historiador Ramiro Domínguez.

Tanto el propio Miguel como su hermano (padre de Francisco) y su sobrino se hicieron guerrilleros, y El Rubio tuvo que abandonar su pueblo y a su hija Lidia, a la que apenas vio ya tres veces a lo largo de su vida. En la milicia llegó a ser comandante de un batallón en el sector XVII de la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón, pero acabó por abandonar el movimiento por su excesiva politización por parte del Partido Comunista.

Formó una banda aparte con el célebre Florencio Pla, alias La Pastora, un guerrillero hermafrodita de azarosa vida. En agosto de 1954, durante un asalto a una masía de la familia Nomen (de los arroces), recibió dos tiros en el estómago que acabaron por costarle la vida en Els Reguers.