Después de año y medio sin publicar ni un dato, de dar plazos e incumplir y finalmente admitir que las cifras de la lista de espera eran peores que nunca, el consejero de Sanidad, Ricardo Oliván, se descólgo, allá por el mes de mayo con un plan de choque para atajar el problema. Sin especificar de dónde saldría el dinero, ni explicar si serían precisas ampliaciones de crédito, el titular del departamento se lanzó con esta iniciativa, que tenía un presupuesto de 11 millones y que pretendía hacer 10.500 operaciones. A día de hoy ni quiera se sabe cuánto dinero se ha gastado ni los efectos reales.