El director general de Salud Pública del Gobierno de Aragón, Francisco Javier Falo, cree que el consumo de tabaco tiene "los días contados", si bien piensa que España "empieza a necesitar algún otro impulso" para reducir esta adición que en la Comunidad presenta una tasa de consumo del 30 %.

Así lo ha señalado a Efe con motivo de su participación en una jornada sobre el tabaco y riesgo cardiovascular organizada por la Universidad de Zaragoza, el Gobierno de Aragón y el Ayuntamiento de Zaragoza, dentro de los actos en torno al Día Mundial Sin Tabaco de 2018 que la OMS celebra el 31 de mayo y que se desarrolla en el edificio Paraninfo de la capital aragonesa.

La sesión se ha abierto con una mesa redonda sobre tabaco y enfermedades del corazón en la que han participado José Antonio Casasnovas, coordinador del Programa de Investigación Cardiovascular del Instituto de Investigación Sanitaria de Aragón; Alexandra Prados, coordinadora del Grupo EpiChron de Investigación en Enfermedades Crónicas del mismo organismo; y Fernando Garza, cardiólogo de la Unidad de Rehabilitación Cardíaca del Hospital Nuestra Señora de Gracia de Zaragoza.

Según Falo, aunque Aragón está por encima de la media en el consumo de tabaco, la incidencia no es igual en todas las Comunidades autónomas y está relacionada con la disponibilidad de riqueza, y ha citado el caso, en esta región, de las cuencas mineras que es, ha dicho, "donde más problema de adicciones ha habido", o el norte de España.

El director general de Salud Pública piensa que se necesitará una generación para que se deje de consumir tabaco y aunque las nuevas generaciones "se están acostumbrando a entornos libres de humo" ha reconocido que todavía quedan "agujeros negros" como las terrazas cubiertas, los locales de juego y bingo o los pabellones de fiestas del medio rural, espacios estos últimos en los que la entrada de las fuerzas de seguridad puede ser problemática, y lo que hace necesario "trabajar de otra manera".

Tras el éxito de la ley de 2006 que impedía fumar en espacios públicos o lugares de trabajo y cuyas consecuencias valora de forma positiva, Falo ha incidido en la necesidad de nuevos impulsos como el empaquetado genérico o ampliar los espacios sin humo para reducir el consumo de tabaco, pero también la educación escolar que es donde, asegura, "la percepción del riesgo es más alta".

Falo tampoco niega la presión de la industria tabacalera, que "se está dando cuenta de que hay que buscar alternativas", y solicita a las administraciones reuniones de trabajo para abordar nuevas estrategias en las que, lamenta, "algunos países caen". Pone como ejemplo los nuevos formatos de combustión a baja temperatura que, advierte, "al final es tabaco".

En la mesa redonda, el profesor Casasnovas ha hablado sobre el tabaco y riesgo cardiovascular y ha expuesto los resultados de un trabajo llevado a cabo en la factoría de General Motors de Figueruelas que reveló que el 57 % de los participantes presentaban enfermedad cardiovascular.

Según Casasnovas, los fumadores presentan además peores condiciones del metabolismo lipídico y peor reacción a la insulina, entre otras afecciones, pero ha destacado las "tendencias esperanzadoras" en la reducción del consumo, que en la actualidad encabezan, ha asegurado, el colectivo de enfermeras.

En este sentido, ha incidido en que pese a que los sanitarios trabajan con los pacientes, conocen las consecuencias y cómo funciona el tabaco en el organismo, "hasta hace cinco años los médicos era el colectivo que más fumaba".

Por ello, ha subrayado que la reducción del consumo empieza por la educación, la realización de campañas preventivas y con consejos "no con violencia". "Se va contra el fumador no contra el tabaco", ha lamentado, cuando, ha advertido, "el fumador es un señor dependiente y el tabaco el responsable".

Alexandra Prados ha destacado la relación del tabaco con la multimorbilidad (la coincidencia de varias enfermedades crónicas a la vez) y ha puesto de manifiesto que aunque se conoce "muy bien" la asociación entre cada una de las enfermedades y el tabaco sería necesario conocer la asociación entre un grupo de enfermedades y esta sustancia.

Por ello considera necesario un "cambio de paradigma" porque "no se puede estudiar cada enfermedad como si fuera un caso aislado distinto".

Para Prados, se trata de un problema de salud pública porque el tabaco "multiplica el riesgo de nuevas enfermedades y lo hace antes en el tiempo" y es por lo que a su juicio también habría que investigar "en qué momento se puede cortar la cadena".

Por último, Garza, quien ha informado de que en Aragón se producen 1.200 infartos de miocardio al año, ha explicado en qué consiste, en qué casos se aplica y qué se hace en la unidad de rehabilitación cardíaca del Hospital Nuestra Señora de Gracia, como es el asesoramiento, consejos de salud, deshabituación tabáquica y actividad física.

El resultado es que la mortalidad se reduce en un 20-30 % y la morbilidad en un 43 % (menos anginas de pecho y menos infartos), contribuye a una mejoría psicológica y a un mejor control de enfermedades como la diabetes o el colesterol, entre otros beneficios.