Para que Nayim no pase el resto de sus días jurando por todas las esquinas que el gol de la Recopa dibujó la trayectoria que él quiso y no la que los dioses habían ordenado al destino, como cantaron los juglares de las ondas radiofónicas y televisivas y plasmó con arrebato lírico la prensa escrita, Zaragoza le ha puesto una calle con voz propia, la del mayor grito de admiración jamás escuchado. Quien camine en el futuro por placer u obligación por ese pasaje de la ciudad, primero escuchará la versión del genial jugador ceutí, relatando que al ver a Pardeza y Esnaider en fuera de juego y a Seaman, el portero del Arsenal, muy adelantado, disparó desde 50 metros con la única intención de embocar el balón dentro de la portería del equipo inglés. Después, un rugido universal le congelará la piel, el clamor del planeta futbolístico al comprimírsele el corazón por ser testigo de lo jamás visto.

Esa noche del 10 de mayo de 1995, el Real Zaragoza se proclamó campeón en París, en el Parque de los Príncipes. Mohamed Ali Amar, Nayim, fue el orfebre de la ilusión de una afición, la suya, que se desmayó de placer sobre el último minuto de la prórroga y que lo tendrá de héroe mucho después de que las luces del estadio de sus vidas se apaguen. Su gol figura como el mejor en la lista de los mejores. Ni el eslalon de Maradona a Inglaterra supera su belleza emocional y capital.

Todos los futbolistas de la historia, matracas de regional o estrellas tituladas, venderían su alma por ser los autores del gol soñado. Solo se da una vez, y fue Gigi, como le bautizó por defecto de pronunciación Cedrún, quien lo hizo realidad. Se había entrenado muchas veces para marcarlo, en el Ceuta, en el filial del Barça y en el Tottemhan de Terry Venables, pero no sabía que dentro de ese envoltorio de atrevimiento y precisión se escondía semejante regalo.

En esta calle recién nacida que lleva su nombre eterno, será fácil oír el suspiro de la hinchada zaragocista casi con la misma intensidad que el de los seguidores de todos los clubs -salvo los de Arsenal- cuando recuerden aquel 10 de mayo. Nayim protagonizó el truco de magia por excelencia al conseguir que la tierra simpatizara con el equipo aragonés. Fue el día que uno del Athletic se enamoró del Real Zaragoza, que ya es decir. En Bilbao solo se puede cortejar al Athletic, que es como la novia de toda la vida, pero esa noche no hubo mozo que no saliera al balcón para aullarle su pasión a la luna, que era el balón de Nayim antes eclipsar a Seaman.

Ese arrebato de adoración licántropa se repitió en Madrid, Sevilla, Barcelona, Valencia, Málaga... La gente se volvió loca. Ya tienen todos los lunáticos del fútbol un lugar donde pasear, una calle en Zaragoza donde el amor a los colores lo pinta Nayim bajo el arco iris del triunfo de la belleza.

Mohamed Ali Amar 'Nayim'

Mohamed Ali Amar, Nayim, nació en Ceuta (5-11-1966) Brilló en las categorías inferiores del Barça, pero no debutó con el primer equipo y emigró al Tottenham. En la temporada 93-94 fichó por el Zaragoza, con el que ganó una Copa un año antes de ser el gran protagonista del final de la Recopa. Marcó un bellísimo gol, el de la victoria (2-1), en la prórroga.

Tres de Agosto

El nombre alude a la fecha en la que el exdictador Francisco Franco se trasladó a Burgos en 1936 para constituir la Junta de Defensa Nacional bajo la presidencia del general Cabanellas (por antigüedad), por razón de la muerte del general Sanjurjo en accidente aéreo en Portugal. La calle está ubicada en el barrio de San José.