POR

ADRIANA OLIVEROS

Una cosa es ser un enamorado y otra, seguir siéndolo décadas más tarde. La Casa de Teruel de Zaragoza hizo honor a la tradición de los Amantes homenajeando, ayer, a parejas de diegos e isabeles . Matrimonios de esos forjados a fuego lento, como el de Jorge Mediavilla Gargallo y María Anunciación Fuertes, con 50 años de cocción , Antonio Lamana Mareca y Constantina Vileta Pe y Juan Benito Galicia Aguilled y María Teresa Grao Casorrán, dos parejas que suman 70 años de casorio, y Enrique Villaroya Rosa y Milagros Soriano Giménez, que llevan un cuarto de siglo a la par. Diplomas (sí), ramos de flores y cerámicas fueron el agasajo de los protagonistas, en un acto que cada año organizan el vicepresidente de la casa, José Luis Lázaro, y la vocal de Cultura, Encarna Panea. Entre claveles regalados y sonetos, se dispusieron todos a la nocturna lifara. Entre otros, colaboradores de la casa, como Tomás Puértolas, miembros de la junta turolense, como Julián Sánchez, César Martínez, Joaquín Grau, Ricardo Bullón, Pedro Alcaine y compañía... Y el presidente anfitrión, Adolfo García, que presumió de cenefas (copias realizadas por su mujer, Pilar Hernández, del artesonado de la catedral de Teruel) y de socios, como el alcalde Belloch, que es de Mora de Rubielos, su antecesor Atarés, oriundo del Vallecillo, y el presi del Zaragoza, Soláns, al que lo de turolense le viene por vía marital. Siguió la fiesta, con cena, regalos y actuación de Xinglar. Por las bodas pasadas de los homenajeados y por las de oro que cumple este año la casa regional, a la que le acaban de conceder la placa de plata del Centro de Iniciativas Turísticas de Teruel. Porque Teruel existe. En el corazón de Zaragoza, también.