Dispone Marcelino Iglesias de múltiples datos y estadísticas comparadas que indican sin lugar a duda alguna que Aragón arrastra un déficit de capital público que se remonta decenio tras decenio y ha generado unas condiciones a veces imposibles para el desarrollo económico y social. Nuestro presidente debiera trasladar esa visión objetiva de las cosas a su jefe y compañero Zapatero que ahora gobierna las Españas y que tan encantados nos tiene a las gentes sensibles con sus discursos sobre la paz y la solidaridad mundial. Es sabido que todos los territorios de nuestra complicada nación se sienten preteridos, agraviados y tal. Pero sólo una provincia fue la última de España en disponer de comunicación ferroviaria con Madrid, solo una capital de provincia fue completamente destruida durante la Guerra Civil, sólo existe una provincia a la que el primer kilómetro de autovía sólo le llegó cuando tal lujo infraestructural ya era común en el resto del país... Hablo de Teruel, por supuesto.

Cuando uno es víctima de ciertas circunstancias, de acciones y de omisiones es normal que practiques el victimismo (¡a ver si encima no vas a poder llorar por las esquinas!); no es la mejor reacción, pero resulta comprensible. Tendrían que contárselo al actual inquilino de La Moncloa, sin andarse por las ramas, sin dorarle la píldora y sin interpretarle la coyuntura aragonesa tan en positivo, tan en positivo que parezca que somos lo que no somos. Y que le cuenten también la historia reciente, incluidas las pifias y los errores cometidos por su partido cuando ya tuvo el poder.

El PSOE se la va jugar otra vez en Aragón. No debería serle difícil ganar la partida. Bastará con que los socialistas satisfagan desde Madrid las justas demandas de esta tierra y que aquí, sobre el terreno, gestionen la cosa pública con normalidad y transparencia. Lo segundo es un tema doméstico. Lo primero deberían explicárselo con todo detalle al presidente Zapatero.