Los trabajos de reparación del digestor que reventó el pasado mes de enero por la acumulación de toallitas en la depuradora de La Almozara, en Zaragoza, siguen a buen ritmo, aunque los técnicos se han encontrado con un nuevo problema: el hormigón también está afectado. Este imprevisto ralentizará el proceso y aumentará el coste, estimado en 10.000 euros al mes, sin tener en cuenta el sobrecoste del tratamiento del fango, que no puede ser aprovechado. En un primer momento, se calculó que en seis meses estaría todo finalizado.

Todavía se desconoce el alcance de esta afección, ya que no se ha podido acceder al interior del digestor. No será hasta cuando se vacie prácticamente al completo cuando se pueda acceder y analizar los daños. Entonces se determinará qué solución requiere, explicó el director técnico de Ecociudad en Zaragoza, José Ignacio Castrillo.

Después de dos meses bombeando fango con «relativa facilidad» se ha llegado a un punto en el que está «muy compacto» por la acumulación de fibras y arena, lo que está dificultando las labores, que terminarán para principios de verano.

Castrillo explicó que, de los diez metros de altura que tiene el digestor, se han vaciado de fango unos 7,5 a través de una bomba descolgada por una boca de 60 centímetros de diámetro. Los metros restantes están más sólidos, lo que provoca que la bomba se atasque con facilidad. Para evitarlo y romper los residuos apelmazados se introduce líquido a presión, que ayuda a bombear y a dirigir los fangos hacia la bomba.

Ha sido durante este proceso cuando se ha detectado en una de las paredes del hormigón una afección, fruto de la sobrepresión que se generó en el interior y que provocó el reventón. «Todavía no podemos determinar el alcance porque hay que analizarlo desde el interior para concretar cuál será el tratamiento más adecuado, pero hasta que no se vacíe el digestor no se puede acceder», explicó Castrillo.

Una vez se pueda ver la brecha, habrá que elaborar estudios de hormigón y valorar si solo se actúa en la zona dañada o en toda la cubierta, con 29 años de antigüedad y sometida a ataques químicos constantes. Dependiendo de la obra civil que se requiera y el tipo de maquinaria necesaria los trabajos se prolongarán.

Castrillo explicó que lo más conveniente sería no tener que introducir andamios ni grandes máquinas, porque solo hay una boca de acceso de 60 centímetros y habría que aumentar el diámetro. Esto será determinante para el plazo de ejecución de la obra.

A LA CARTUJA // Desde Ecociudad están estudiando nuevos sistemas para tratar la acumulación de toallitas y bolas de tejido que llegan a la planta. «Se construyeron hace tres décadas, cuando no existían los problemas de ahora, por lo que hay que actualizar los sistemas de digestión para que tengan un mayor rendimiento y se adapten a la realidad», informó Castrillo, que confirmó que hay varios en el mercado y se está valorando cuál es el mejor. También se implantaría en la depuradora de La Cartuja, aunque urgen más en la de La Almozara.

Castrillo explicó que actualmente se derivan a La Cartuja un 20% de las aguas residuales de La Almozara, por un colector. La planta ha reducido de los 33.000 metros cúbicos a los 25.000 el tratamiento de agua dado que no está funcionando a pleno rendimiento y porque, además, se vierten aguas contaminadas de la propia limpieza de fangos del digestor. Para limpiar los residuos, primero se deshidratan y ese líquido va a la planta, por lo que «no es conveniente saturarla», así que se derivan a La Cartuja con capacidad para absorberlo.