En los 90, varias discotecas de Zaragoza ofrecían las llamadas sesiones light, enfocadas al público adolescente menor de edad. En ellas, evidentemente, no se ofrecía alcohol y la fiesta empezaba por la tarde y terminaba pronto, antes de que llegara la de los adultos. Parece un guiño del destino que, ahora, casi tres décadas después, sean los mayores los que elijan del horario vespertino para sus correrías. El tardeo está en boga y, aunque también hay jóvenes, resulta el público de más de 30 años el mayoritario en locales que encuentran un lugar idóneo en el casco histórico de la ciudad.

Uno de estos establecimientos es el Jane Birkin, en la calle Mendez Núñez. A las 5 de la tarde todavía es pronto pero el local ya aglutina a varias decenas de personas en un ambiente típicamente nocturno. Música alta, luces bajas y copas. «La franja de edad empieza a partir de los 27, 28 años y llega hasta los 40-50. Prefieren venir, echarse la copa o pegarse la tajada de tarde y, al día siguiente, poder funcionar y no echarlo a perder», relata Michael Murillo, empleado en este local. «Esto es una discoteca de día que está funcionando muy bien. Y luego, el que quiere seguir de noche, puede hacerlo. Nuestro horario es de pub, como casi todos los del tardeo», cuenta.

Un modelo vespertino que ha resultado un acierto para estos negocios. «El tardeo en este local se revienta. A veces tenemos que poner aforo porque las dos plantas se nos llenan», indica Murillo, que precisa que en una tarde pueden llegar a dar servicio hasta a 500 personas, con un pico que suele llegar entre las 19.00 y las 22.00 horas. «Estábamos acostumbrados a la noche y te das cuenta de que vas a pagar el local igual, te va a dar lo mismo abrir que no, y abarcas muchas posibilidades», resume.

Unas calles más adelante, en la plaza Santa Cruz, se encuentra el Chilimango. En la puerta, un empleado de seguridad vigila quién entra y quién sale, como si fueran las 2 de la mañana. El tránsito es fluido y dentro queda poco espacio ya. Su encargado, Víctor Rodríguez, afirma que esta oferta tiene «una gran aceptación» y que acude todo tipo de público, también joven.

«Llevo yendo de tardeo toda la vida pero gracias a esta iniciativa, tengo ahora uno de bien, considerado por la sociedad», cuenta con cierta sorna René, un cliente del Jane Birkin. Explica que ya había empezado el día con el vermú, aunque, ahora, duda que aguante la fiesta ya por la noche.