La ubicación del estadio de La Romareda dividió ayer públicamente a los arquitectos. Los autores de los informes oficiales sobre la viabilidad de la reconstrucción mantuvieron ayer una fuerte disputa técnica en el Colegio de Arquitectos de Aragón, en el que el Manuel Castillo propuso trasladar el campo de fútbol al entorno del Ebro para "darle vida". Su planteamiento fue defendido en privado por otros expertos urbanistas, mientras el Colegio Oficial se mantiene en silencio y no quiere pronunciarse por ninguna opción.

El debate profesional precede al pleno monográfico que celebra hoy el consistorio, en el que el equipo municipal PSOE-CHA sentirá el rechazo político y social a sus planes oficiales para reconstruir el estadio en su actual ubicación. A la oposición del PP y del PAR se unirá la de IU y la de la Federación de Barrios de Zaragoza, que también tomarán la palabra en la Casa Consistorial.

Con unas horas de antelación, el arquitecto y coordinador de la Comisión Europea de Normalización de Estadios, Fernando de Andrés, desmontó con todo tipo de argumentos la idoneidad de reconstruir el estadio. Frente a él, Diego Cano, uno de los autores del informe que planifica la reconstrucción, que defendió como pudo esta operación "para no crear un vacío urbanístico".

Fernando de Andrés, que redactó otro proyecto valorativo sobre La Romareda para el anterior equipo municipal del PP en el que se opta por hacer uno nuevo, dejó muy claro que mantener un estadio urbano es una "fuente de problemas".

BATERIA DE CRITICAS El especialista enumeró toda una batería de críticas al proyecto oficial: "No cabe el estadio donde está porque no hay sitio para el perímetros de 35 metros de seguridad; un campo no puede estar rodeado de casas; no puede crecer el aforo con la cantidad de centros sanitarios del entorno".

El especialista de la Comisión Europea negó que los aficionados vayan ahora andando a los estadios antes de vaticinar que la reconstrucción del estadio por fases, como prevé el equipo del PSOE-CHA, será un "desastre" porque "mareará" al aficionado. "Nunca se debe hacer por partes", añadió.

Para Fernando de Andrés, el estadio debe ser nuevo porque, apuntó, "es un monumento para la ciudad" y debe contar un medio de transporte masivo. Con esta premisa enumeró hasta doce puntos situados junto a vías del tren para poder ubicarlo.

ESTADIO "RACIONAL Y BELLO" Por su parte, Diego Cano señaló que su propuesta para la reconstrucción de La Romareda garantizará un estadio de futuro, "racional, funcional y bello". El socio del despacho madrileño Cano-Lasso sostuvo que la normativa sobre los campos de fútbol "se la salta todo el mundo" justo antes de mantener que habrá espacio "suficiente" alrededor del recinto para el anillo de protección que plantea las autoridades deportivas internacionales.

Para el arquitecto, la solución "más equilibrada" es levantar las instalaciones en La Romareda porque, de lo contrario, se "desestabilizará" la estructura urbana. "La ciudad tendría que volver a reequilibrarse. Además, la gente no está predispuesta a cambios drásticos y no existen demasiados lugares idóneos para trasladarlo", sentenció.

Cano también rechazó la opción de construir casi mil pisos libres sobre la actual Romareda pese a haberlo diseñado en la pasada legislatura por encargo del PP: "La propuesta adolecía de un exceso de edificabilidad. Con sólo reducirla a la mitad se financiaba el estadio".

A su juicio, la mejor opción es reconstruir el recinto deportivo por ser una "operación rentable con atractivo urbano" y rechazó su traslado al entorno del Ebro por entender que será una "agresión" a las riberas. "La gente debe luchar para que no se invada el río", dijo el técnico, contrario a la Expo en el meandro de Ranillas.

Su opinión no fue para nada compartida por el arquitecto zaragozano Manuel Castillo, que diseña junto a Julio Clúa y la ingeniería Idom el futuro barrio de la estación de Delicias. Desde su punto de vista, el río requiere de un gran equipamiento para convertirse en un espacio de centralidad y se conseguiría con el estadio, "que debe ser un icono, un elemento de referencia".

Castillo defendió levantar las instalaciones en la parte trasera del barrio de La Almozara, en el meandro de Ranillas --justo detrás de la Expo-- o en el entorno del Soto de Cantalobos. "Una zona deportiva al principio o al final del paseo de ribera daría vida al río", defendió.

El urbanista señaló también que analizó la posibilidad del traslado al entorno del pabellón Príncipe Felipe, dado que el estadio aprovecharía las infraestructuras y los servicios de transporte de los que ya dispone el equipamiento deportivo existente.