Han pasado ya dos años desde la instalación de una antena de telefonía móvil en el patio de la parroquia de La Fuenfresca, una infraestructura cuya retirada vienen reclamando desde entonces un grupo de vecinos de este barrio turolense por los riesgos médicos que creen que tienen las radiaciones electromagnéticas. En este tiempo, se han llevado a cabo diversas movilizaciones y el asunto fue remitido al Justicia de Aragón, pero la reivindicación continúa sin ser atendida.

Según recordó ayer en un comunicado este colectivo vecinal, la antena fue «puesta a traición» y se encuentra ubicada «en las proximidades de numerosos puntos sensibles» como son dos parques infantiles, dos colegios, una residencia de ancianos, así como el cuartel de la Guardia Civil y una zona residencial con multitud de viviendas. Todo ello, aseguran, va «en contra del principio de precaución, proclamado por la asamblea parlamentaria del Consejo de Europa, la resolución 1815/2011».

Críticas al párroco / Acusan asimismo al párroco del barrio de que «vulneró» un pacto no escrito entre todas las comunidades de vecinos del barrio, a las que también diversas empresas de telefonía ofertaron la puesta de antena con un contrato similar al que la iglesia firmó hace ahora dos años. «Económicamente nos hubieran resuelto más de una derrama, pero preferimos curarnos en salud, ante el peligro que conlleva tener una antena de estas características sobre nuestras cabezas», apuntó el comunicado.

En este tiempo, se han venido desarrollando diferentes actuaciones y protestas, como pitadas en la puerta de la Iglesia y una oficina de Orange, un recorrido turístico en coches por toda la ciudad, o reuniones y charlas informativas con especialistas. Este grupo de vecinos también ha indagado y revisado la legislación española y europea relacionada con la instalación de antenas de telefonía móvil en núcleos urbanos y sus repercusiones en la salud, al tiempo que ha mantenido reuniones con el ayuntamiento y con el obispado.

«Después de dos años, la antena sigue emitiendo radiaciones, todo sigue a peor, al menos antes el obispado nos recibía y daba respuesta a nuestras llamadas o correos, cosa que en este último año ya no hace», se lamentó este colectivo.

Ante esta situación de parálisis, este grupo de La Fuenfresca reclama nuevamente al obispo de Teruel que «escuche nuestras súplicas y que cumpla con el octavo mandamiento de la ley de Dios: no dirás falso testimonio ni mentirás».