Quién iba a pensar hace ahora una década que Zaragoza se iba a posicionar como el segundo aeropuerto en transporte de carga de España y que, paralelamente, sería incapaz de superar el medio millón de pasajeros diez años después de la celebración de la Expo del 2008. Pues bien, esa es la realidad de la terminal aragonesa en estos momentos. El complejo aeroportuario es el reflejo de las dos caras de una misma moneda. En el 2018 cerró con 487.217 pasajeros, es decir, un 17,8% por debajo de los 595.520 alcanzados diez años antes. Sin embargo, el tráfico de mercancías se ha disparado un 678,2% -el sector solo lo ha hecho un 60,7% durante este periodo-, lo que representa un incremento medio anual del 22,7%. El dato es tan positivo como esperanzador. Hoy, el aeropuerto gestiona más de 167.000 toneladas de mercancías y va camino de convertirse en este 2019 en el segundo más importante en carga, solo por detrás del de Madrid (Adolfo-Suárez Barajas).

Las paradojas de la terminal zaragozana tienen su reflejo en un reciente el informe elaborado por el departamento de Economía del Gobierno de Aragón, en el que se incide en la necesidad de poner en marcha una Estrategia Aragonesa de Conectividad Aérea. Entre sus objetivos figuran incrementar las frecuencias aéreas, consolidando y mejorando las rutas actuales y potenciando otras. Además, se pretende que la infraestructura sirva también para interconectar el tejido empresarial de Aragón con el de otros países. De fondo subyace la idea de convertir el aeropuerto en el gran referente del valle del Ebro, que presenta una demanda potencial de 2,8 millones de viajeros. Pero, de momento, eso hoy es solo un futurible.

Tres son, principalmente, los factores que condicionan disponer de un aeropuerto de primer nivel en Zaragoza: población, turismo y flujos de negocios. Y esas son las razones por las que la terminal maña todavía no despega en tráfico de pasajeros.

LOS GRANDES CONDICIONANTES / Aragón y su entorno no se caracterizan por ser una zona eminentemente turística. Ademas, cuenta con poca población en un radio de 100 kilómetros y los viajes de empresas apenas suponen el 10-15% del total. Asimismo, el hinterland (zona de influencia de una gran ciudad) no tiene parangón con el de ciudades como Madrid, Barcelona e incluso de Valencia y Bilbao. «Los grandes aeropuertos están a una hora y media de Zaragoza y las inversiones de Aena en estas infraestructuras han sido muy importantes en los últimos años», asegura el responsable del área de Logística, Transporte e Industria de la Cámara de Zaragoza, Diego Artigot. Y eso es una baza que condiciona el desarrollo de la terminal de Zaragoza.

A todo ello hay que añadir que en los últimos 10 años la volatilidad de las rutas y destinos han sido la tónica dominante, lo que ha pasado factura a la instalación aragonesa. En el 2011, por ejemplo, se alcanzaron los 750.000 pasajeros, la mayor cifra entre 2008 y 2018. Pero desde el 2012 y hasta el 2018, la cifra se ha estabilizado en torno a los 420.000 (ver gráfico). En ese periodo influyó la eliminación de vuelos a Bolonia y Roma, así como las rutas que enlazaban Zaragoza con Gran Canaria, Málaga, Tenerife Sur, Lanzarote y Sevilla. Además, disminuyeron las frecuencias con Milán, Bruselas y Londres, aunque Volotea comenzó a operar otros destinos como Palma de Mallorca, Ibiza, Málaga o Menorca.

Hoy son cinco las compañías que operan desde el aeropuerto de Garrapinillos (Ryanair, Volotea, Wizz Air, Air Europa y Vueling), pero todavía resulta complicado encontrar nichos para abrir nuevas rutas. Las islas, algunos destinos europeos y Rumanía -hay mucha población inmigrante de ese país asentada en Aragón- son los grandes caladeros para atraer pasajeros.

Pese a ello, la instalación de Zaragoza cerró el 2018 en la posición 28 en tráfico de viajeros, la misma que ostentaba en el año de celebración de la Expo. Mientras en el conjunto de la red de Aena el número de pasajeros crecía el 27,4% en la última década, la instalación de la capital aragonesa sufrió un descenso del 17,8%. En otras palabras, Zaragoza hoy solo supone hoy el 0,2% del total de viajeros de la red nacional de aeropuertos.

EL EFECTO INDITEX / La otra cara de la moneda es el transporte de mercancías. De la mano de Inditex, el aeropuerto de la capital ha experimentado un salto exponencial. Solo el gigante textil distribuye 350 millones de productos a más de 1.700 tiendas de todo el mundo, es decir, el 81,2% de las exportaciones y el 69,4% de las importaciones se deben a la actividad que genera la empresa de Amancio Ortega, según el informe del departamento de Economía. La evolución ha sido tal que el peso de Zaragoza en carga sobre el resto de aeropuertos ha pasado de representar el 3,4% en 2008 a ser del 16,5% en el 2018.

Otros datos que avalan su meteórica evolución son las doce compañías que operan con destino a países de Europa, América, África y Extremo y Medio Oriente (ver gráfico) o, por ejemplo, que el aeropuerto de la capital es el principal en la categoría de carguero puro (no se usan aviones de pasajeros para transportar mercancías). De hecho, el 99,4% de la carga transportada desde Zaragoza tiene como destino otros países. Con todo, las exportaciones de Aragón a través del transporte aéreo tienen aún recorrido, ya que suponen el 10,2% del total, ocho puntos más que en el 2008.

Pese al papel fundamental de Inditex, Artigot advierte de la necesidad de diversificar el tipo de producto que se transporta. Y considera que «sería muy positivo» aumentar la cifra de negocio en sectores como el comercio electrónico, con la instalación de alguna gran compañía como Amazon o Alibaba en Plaza, pero también el agroalimentario o el farmacéutico. En caso de que algo así ocurra, el aeropuerto de Zaragoza sufrirá un nuevo impulso en la próxima década.