Si se quiere conocer Sos a fondo, lo mejor es contratar los servicios de las guías de la oficina de turismo. Sin Raquel y Sandra, que se encargan de acompañar a los turistas, es muy posible que muchos detalles importantes pasen inadvertidos para quien recorre por libre el casco antiguo de la localidad.

Así sucede, por ejemplo, con la inscripción Merde pour les volontaires de Mina que un soldado de Napoleón gravó pacientemente en uno de los sillares del portal de la Reina. O los pequeños huecos en las jambas de algunas puertas que delatan que sus habitantes eran judíos.

Por no hablar de la marca existente en el soportal del mercado medieval, que representa una vara jaquesa, una unidad de medida equivalente a 772 milímetros.

Según la fórmula elegida, las guías muestran el museo de Fernando el Católico y abren las puertas de edificios que suelen estar cerrados y que encierran muestras de arte de gran interés. Así ocurre con la cripta de las pinturas góticas; la lonja, sede del desaparecido festival Luna Lunera, y el palacio de Español de Niño.

«La visita larga, que incluye el palacio de Sada, viene a durar dos horas y cuesta entre 1,90 y 6,40 euros, en función de la edad», informa Sandra, que subraya que su trabajo es «muy gratificante».

En cuanto a los visitantes, unos solo quieren ver Sos y otros lo combinan con Uncastillo. Una parte importante de ellos aprovecha para ir a los cercanos monasterios navarros de Leyre y Javier.

Recientemente, el pueblo de Ujué, también en la Comunidad Foral, se incorporó a la lista de lugares más bellos de España. No dista mucho de Sos, y eso, apunta Merche Zorroza, genera más movimiento turístico en la frontera entre Aragón y Navarra.