Los aparcamientos Sur y Norte de la Expo son hoy un perfecto de ejemplo de cómo organizar un evento de afluencia masiva a veces obliga a acometer infraestructuras que, pasada esa cita, dejan de tener sentido y utilidad. Su inversión, más de 8 millones de euros en cada uno, sin contar con el peaje de las expropiaciones de suelo a los particulares, se antoja hoy un despilfarro pero no en el 2008, cuando Zaragoza debía dotarse en las inmediaciones del meandro de Ranillas de un espacio de estacionamiento suficiente para acoger a miles de vehículos cada día. Diez años después, con casi 10.000 aparcamientos, probablemente sea la zona de estacionamiento público más amplia y vacía que existe en la capital aragonesa.

Están ubicados ambos en la periferia, en el extremo noroeste de la ciudad. Uno junto al puente del Tercer Milenio y la estación intermodal, en el caso del de La Almozara, y el otro al lado de la Ronda Norte, en el del Actur, pero ninguno de ellos hoy sirve ni siquiera de aparcamiento disuasorio para el visitante de Zaragoza, que está dotada con suficientes plazas en el centro.

ESCASA OCUPACIÓN // Lo cierto es que solo sirven de alojamiento temporal para el rastro, cada miércoles y domingo en el Parking Sur de la Expo; o para los macroconciertos de las fiestas del Pilar, en el Parking Norte. O para montar alguna carpa puntual, como el circo que a veces se instala en La Almozara, o para recibir ensayos de las cofradías previos a la Semana Santa. También para la picaresca de quienes se ahorran un dinerillo haciendo prácticas con el coche acompañado de algún familiar o amigo.

Miles de metros cuadrados que tuvieron sentido solo para la Expo y que ahora, una década después, el ayuntamiento ya trabaja en devolverlo a su estado original. Sobre la mesa del Gobierno municipal ya hay un plan para revegetalizar la zona, desde el Anillo Verde a su paso por Miralbueno hasta las puertas de La Almozara con un corredor verde en el que reaparecerán elementos que le son más propios. Por ejemplo el bosque de ribera, que sustituirá al asfalto, poco, aplicado en el aparcamiento de la muestra internacional del 2008.

Un dato significativo de ambos parkings fue la ocupación real que tuvo en el 2008. Ningún día superó los 2.500 coches aparcados a ambos lados del meandro. Apenas un tercio de su capacidad real. Explican desde la organización de la muestra que se planificó con unas expectativas muy superiores, pero que varios aspectos influyeron en su utilización definitiva: el acceso de numerosos visitantes a través de autobuses discrecionales y menos de los previstos en vehículo privado; la proximidad, en el caso de La Almozara, de las estaciones de ferrocarril y de buses, que dejaban a los viajeros casi en la misma puerta de la Expo o el importante porcentaje de la afluencia global de público que procedía de la propia Zaragoza o alrededores.

Todo eso pasó peaje en dos infraestructuras que, pese a ser una obra relativamente sencilla, tuvo su complejidad. Una decena de personas participaron en la dirección de obra para culminar a tiempo dos aparcamientos que tardaron solo siete meses en construir. Se inició tras el verano del 2007, con un margen corto y pendientes de proyectos que se ejecutaban en paralelo en sus proximidades. El cierre del tercer cinturón, el puente del Tercer Milenio, ambos en el de La Almozara, o el Vial Norte del Actur, en el Parking Norte.

Pero la mayor complejidad no fue coordinarse sino «descontaminar los suelos del Parking Sur». «Todavía quedan terrenos sin limpiar», aseguran fuentes de aquella obra. Y no solo era el subsuelo. También la parte de los negocios que se expropiaron y que contaban con elementos como cubiertas de uralita que no se pueden echar al vertedero ordinario. Había ponerse en manos de empresas especializadas.

Eso es lo que se encontró el adjudicatario de ambas obras, Mariano López Navarro, que recibió el encargo de Expoagua en dos lotes separados. Por una razón sencilla que es hoy un elemento característico también: el Parking Sur es del Ayuntamiento de zaragoza y el Norte es de la DGA.

Pasado la primera década, lo que queda es un rastro que ahora pelea por emigrar del Parking Sur y un recinto para Pilares en el Actur por el que el ayuntamiento abona 100.000 euros por usar y miles de plazas de estacionamiento vacías. Y en La Almozara, además, se aprovechó la obra para construir las instalaciones de un punto limpio que Zaragoza no ha utilizado. Es el legado de una obra millonaria que nació para ser efímera y a la que la crisis dejó aparcada en la periferia de Zaragoza.