Las instalaciones para el tratamiento de purines de Monzón y Altorricón se ven obligadas a cerrar para siempre sus puertas debido a que no pueden soportar el duro golpe que ha supuesto la reducción en un 40% de las ayudas públicas que recibían hasta ahora. Entre ambas plantas suman unos dos centenares de puestos de trabajo, entre directos e indirectos.

El Gobierno de Aragón confía en que una serie de cambios legislativos permita reabrir estas instalaciones. Con todo, la Administración autonómica posee planes para abrir cuatro centros de tratamiento de purines, dos en Huesca y otros dos en Teruel, en las comarcas con mayor concentración de granjas de cerdos. Se trata de instalaciones muy necesarias, pues Aragón produce anualmente 47.000 toneladas de purines porcinos, con un impacto potencial enorme en la calidad de las aguas subterráneas.

Los sindicatos agrarios consideran, por su parte, que el aumento de la capacidad de las balsas existentes en las explotaciones ganaderas y el tradicional uso de los purines como abono evitarán que el problema se desborde.

PERMISIVIDAD LEGAL Sin embargo, para los ecologistas el cierre de las cogeneradoras, aunque gestionaban una mínima parte del estiércol líquido que producen los cerdos en la comunidad, acentuará la posibilidad de contaminación de los acuíferos.

En su opinión, las leyes aragonesas sobre instalación de plantas de purines no son tan exigentes como las de otras comunidades, lo que ha provocado que algunos empresarios de comunidades limítrofes decidan instalarse en la comunidad.