"Me han preguntado si estaba dispuesta a meterme en la boca del lobo. Pues si esto es la boca del lobo, de momento no está nada mal". Así empezó Margot Wallström su intervención, dejando ver que se sentía entre la espada y la pared, entre los más claros defensores y detractores del trasvase del Ebro y en presencia de decenas de periodistas que iban a contarlo. Así que tiró de la ironía. Y por eso cuando el moderador del debate le planteó las numerosas cuestiones de la sala sobre el PHN, la comisaria sonrió: "Pensé que nunca me harían esa pregunta", dijo. Era la primera que le hacían.

Wallström se dio de morros con varias pancartas antitrasvase al llegar al foro. Y recibió de manos de un ecologista documentación contra el PHN y sobre los daños ambientales sufridos por el parque de Doñana, al que hoy ha sido invitada. En su tránsito por el colectivo conservacionista, la comisaria fue escoltada por la ministra de Medio Ambiente, Elvira Rodríguez.

En el comedor la tensión era más que evidente. Rodríguez y el valenciano Francisco Camps estaban sentados frente a Marcelino Iglesias. Un poco más allá, el presidente de las Cortes, Francisco Pina, conversaba con el embajador de Suecia a sólo un cubierto del murciano Ramón Luis Valcárcel. Muy cerca el consejero de Medio Ambiente de la DGA, Alfredo Boné.

Ni el protocolo arregló algunos de los malos rollos territoriales. Hubo una amplia representación antitrasvase, en la que destacó la secretaria federal de Medio Ambiente del PSOE, Cristina Narbona, varios dirigentes de colectivos ecologistas y los ya citados altos cargos aragoneses. Y también protrasvase, pues para apoyar a la ministra hubo secretarios de Estado, directores generales, eurodiputados del PP y una exministra: Isabel Tocino. Todos creyeron ganar el asalto.