El Patronato de Turismo de la diputación de Zaragoza (DPZ) ha reeditado la guía 123 razones para tapear por la provincia de Zaragoza . Las 123 razones corresponden al número de bares, tabernas y tascas de 51 localidades, que aparecen reflejadas en el folleto editado con la intención de aportar al usuario información sobre establecimientos para practicar la costumbre gastronómica del tapeo por los municipios de diversas comarcas de Zaragoza.

La guía está editada con la colaboración de la Asociación de Cafés y Bares de Zaragoza y sirve de complemento a la información que se ofrece desde el Patronato Provincial de Turismo a todos aquellos visitantes que se acercan a conocer algún destino concreto de la provincia o realizan alguna ruta determinada.

La profesora y asesora gastronómica Cordon Bleu de París, Paloma Barrio, resume en la guía diferentes teorías y alguna que otra leyenda que tratan de explicar el origen de la tradición del tapeo en España, señala la institución provincial en un comunicado.

HISTORIA En este sentido, se informa de que en la época de Carlos III se efectuó la colonización de Sierra Morena con el asentamiento de 2.500 familias y que el aprovisionamiento se producía con gran precariedad. Los bienes de boca eran suministrados por arrieros que, guiando largas reatas de mulas, atendían al abastecimiento, aunque el empeño resultaba duro y difícil, ya que discurría por sendas y congostos escarpados, añade.

Los acemileros acostumbraban a darse un respiro haciendo un alto en el camino en las ventas y mesones establecidos en la ruta. Durante aquellos descansos, explica la guía, el exceso en la bebida propició un elevado número de accidentes en los que el arriero y las bestias terminaban en el fondo de un desfiladero.

Esta circunstancia podría estar en el origen de alguna disposición que estableciera que con cada cuartillo de vino viniera cubriéndolo "a modo de tapa" una tajada de pan con algo de aderezo con el fin de paliar los efectos que se derivaban del hecho de beber en ayunas.

Según la guía, hay quien mantiene que la tapa se institucionalizó para proteger al vino de los insectos que acudían atraídos por los vapores del vino, mientras que otros dicen que durante un viaje a Andalucía de Alfonso XIII, alguien cubrió su copa para librarla de la arena arrastrada por el viento de la playa.