Termina el curso escolar más dramático y extraño que hemos vivido. La covid-19 nos ha afectado de manera mundial y global a todas las facetas de nuestra vida. Las aulas vacías y las clases online son la imagen que resumen estos últimos cuatro meses en el terreno de la educación. El coronavirus ha sido un drama a nivel humano y sanitario y, ahora, debe ser un punto de inflexión. Es una oportunidad para reflexionar y mejorar muchos problemas endémicos de nuestro sistema educativo. Primero desde CSIF queremos destacar que durante el confinamiento y el estado de alarma, las clases han continuado gracias al esfuerzo de toda la comunidad educativa: profesores, equipos directivos, familias, alumnos, administración…

Estos meses han supuesto un sobreesfuerzo por parte de los docentes, que han puesto sus medios, sus equipos informáticos, que han buscado los recursos online para continuar impartiendo clases y ayudar a sus alumnos. En este final de curso están saturados por el exceso de burocracia que ha supuesto el teletrabajo y esta forma de dar clases y evaluar a la que nos hemos visto obligados a adaptarnos. Los docentes hemos hecho nuestro trabajo con gran incertidumbre por la situación sanitaria y por los vaivenes políticos. En el ámbito de la educación ha habido mucha improvisación, mensajes contradictorios por parte de los gobiernos (central y autonómico), retraso en la toma de decisiones y en la publicación de protocolos de actuación claros sobre el desarrollo del curso y de la evaluación.

Al final, creemos que no abrir los colegios para clases presenciales en este final de curso en Aragón ha sido una buena decisión. No se daban las garantías sanitarias para ello. Para el próximo curso valoramos positivamente que la DGA plantee un plan de refuerzo pedagógico, con adaptación de las programaciones didácticas para paliar las carencias que pueda haber por este tercer trimestre atípico. Esperamos que aprendamos de todo esto vivido en los últimos meses, porque hay mucho que mejorar. El sistema educativo en España arrastra problemas estructurales anteriores al coronavirus: falta de inversión, abandono escolar, diferencias entre comunidades, un currículum excesivamente rígido…

Ahora tenemos una oportunidad para reflexionar sobre la educación que queremos. Nosotros llevamos años proponiendo un currículum más flexible y adaptado a los nuevos tiempos. Nuestros alumnos son nativos digitales. La mayoría de los docentes no. Necesitamos nuevas metodologías y formación para el profesorado, una necesidad que se ha hecho evidente en estos tiempos de enseñanza telemática por el coronavirus. Para todo ello hay que invertir en educación. CSIF ha presentado una propuesta para un Plan de Reconstrucción en Educación, que incluye refuerzo de plantillas y que la inversión en Educación llegue al 7% del PIB. Y es fundamental que haya un Pacto de Estado por la Educación, independiente de los cambios de gobierno. Es imprescindible que todos vayamos en la misma dirección. Y que aprendamos de las grandes enseñanzas de vida que nos ha traído esta pandemia.