Treinta de los 62 militares fallecidos a bordo del Yak-42 fueron enterrados sin una identificación fiable. Un documento incorporado al sumario en los juzgados de Ma§ka (Turquía), donde se lleva a cabo una investigación sobre el accidente, señala que estos cuerpos "estaban sin reconocer antes de su repatriación".

Según informa hoy El País , el informe, denominado Protocolo de examen de cadáveres, autopsia e identificación , está firmado, entre otros, por cuatro médicos representantes del Ministerio de Defensa español y que fueron desplazados al lugar del siniestro, por el general del Ejército del Aire José Antonio Beltrán y por el general que coordinó al equipo español, Vicente Navarro.

La noticia reforzaría la idea de quienes han asegurado siempre que gran parte de los cuerpos estaban calcinados y no podían ser reconocidos salvo con pruebas dentales, de ADN o de huella dactilar. Sin embargo, desde el departamento de Federico Trillo se ha negado esta teoría.

De hecho, poco después de conocerse esta nueva noticia, Defensa ha tratado de salir al paso con un comunicado en el que rechaza "rotundamente" que se ponga "en duda la profesionalidad de los médicos" y en el que se dice que el documento al que se refiere el rotativo nacional es "de transferencia y custodia de restos y que no tenía, principalmente, finalidad identificativa". Asimismo, agrega que "no refleja en su totalidad el proceso de identificación".

Esta polémica surge un mes después de que el propio secretario general de Política de Defensa, Javier Jiménez-Ugarte, reconociera a este periódico que algunos restos de los fallecidos se enterraron en Turquía. Jiménez-Ugarte señaló que diez días después del siniestro "aparecieron restos" en la zona del accidente y que fueron enterrados "con respeto y cuidadosamente".

Igualmente, las dudas sobre los reconocimientos aumentaron una vez que dos viudas explicaron a este diario cómo un alto mando militar y un miembro del complejo funerario de Torrero les impidieron ver los cuerpos de sus maridos tanto en Torrejón de Ardoz como en Zaragoza, a pesar de pedirlo en varias ocasiones. El mando se escudó en el precinto de cinc de los féretros, si bien un médico admitió en un certificado que reconoció los dos cadáveres.

Además, Defensa afirmó que los objetos que supuestamente ayudaron a reconocer a las víctimas estaban en los ataúdes, pero ninguna familia ha podido recuperarlos.