Todo el año esperando a estos tres días. Tolva rompe su aislamiento rural en Semana Santa. El silencio habitual se convierte en jolgorio y alegría. En estas señaladas fechas este pueblo de La Ribagorza oscense celebra sus fiestas patronales en honor a San Anastasia. Los apenas 70 habitantes que aguantan todo el año se multiplican con la visita de familiares y amigos que vuelven a casa puntualmente. Esta vez no. Desde el Ayuntamiento se hizo un llamamiento para que nadie viniera y se cancelaron las celebraciones. El ‘coronavirus’ obligaba al confinamiento.

Por eso cuando el pasado lunes de Pascua sonaba las puertas algunos se mostraban recelosos a abrir. ¿Quién podría ser? Casi un mes encerrados ha hecho que ese ruido sea una rareza. Nadie espera a nadie. Pero detrás de la llamada había una dulce sorpresa. Carmen Cano y Daniel Gómez, de Casa Canseró, se encargaron de entregar cuna tradicional Mona de Pascua a todos los vecinos de Tolva. Llevaban todo el fin de semana preparando estos deliciosos huevos de chocolate negro que no solo fueron un goloso presente sino un símbolo de solidaridad y esperanza en este periodo de incertidumbres.

Por trabajo solemos pasar la Semana Santa trabajando fuera en ferias, pero esta vez nos tocó estar aquí, obviamente. Pensamos que teníamos que hacer algo por el pueblo en estas fechas que suele venir tanta gente a las fiestas y que ahora muchos las pasan solos”, comenta Carmen Cano, propietaria de la chocolatería Casa Canseró.

Con la colaboración de Antonio, el alguacil del municipio, prepararon un listado de todos aquellos que están pasando la cuarentena en Tolva y se pusieron a hornear. El lunes llenaron su furgoneta y fueron realizando un paseillo por las 38 casas actualmente habitadas. “Preparamos unas sesenta monas, para los que viven aquí, pero también para aquellos que trabajan en el pueblo normalmente. A algunos no se la pudimos entregar, pero ya les dijimos que aquí la tienen reservada”, comenta Carmen.

La reacción fue muy positiva. Hasta emotiva, especialmente para los siete niños que viven en confinamiento con sus familias. “Hubo gente que se emocionó porque no se lo esperaba. Por la tarde estuvimos recibiendo muchos agradecimientos. No paramos de recibir mensajes”, expresa Carmen.

Cada ‘huevo’ venía envuelto con un mensaje de apoyo a los tolvenses, en los que se les animaba a seguir en casa. “Hubo una vecina que al vernos con las máscaras, y como dicen que hay gente que viene a realizar estafas, no nos quiso abrir y nos decía que nos fuéramos. Pero luego la llamé por teléfono para explicarle y se puso muy contenta”, remarca la chocolatera. El reparto llegó incluso a las masías mas apartadas, la de La Corona y la de Fals, donde se erige la torre del castillo que protege el precioso congosto del río Cajigar, que en estas fechas se llena de turistas y por donde ahora solo transitan corzos y jabalíes.

Carmen y Dani regentan una chocolatería artesanal desde hace mas de diez años. Disponen de una puesto de venta en la Plaza del Pi de Barcelona, además de rotar por diferentes ferias de Huesca y Cataluña. La primavera es la época estrella del chocolate, por lo que se han quedado sin trabajo en la mejor temporada del año. Sin embargo, no han querido caer en el lamento y con esta iniciativa han elevado el ánimo de un pueblo que no ha registrado ningún caso de coronavirus, pero que está siguiendo todas las medidas de seguridad del Estado de Alerta.

El Tolva la solidaridad es la norma. Hace unas semanas un vecino donó su tractor para que se pudieran desinfectar todas las calles del pueblo y la panadería abre puntualmente cada lunes para suministrar de hogazas, barras y cocas a los habitantes. La empresa local Camper Lab, que habitualmente equipa furgonetas, se ha transformado en esta crisis para construir de forma gratuita pantallas protectoras que han repartido entre residencias de ancianos de la zona y hospitales de la provincia de Huesca.

Antes del parón mundial, hace un par de meses, unos recién llegados sufrieron un incendio en su casa y los tolvenses se unieron para ayudarles en los trabajos de recuperación de la casa y el Ayuntamiento les cedió un espacio para poder realizar una venta de sus productos artesanos para recaudar fondos para la reconstrucción. “Realmente repartir las monas ha sido un acto egoísta, porque ver la reacción tan positiva de la gente te hace sentirte muchísimo mejor y anima para seguir con este periodo de aislamiento”, añade Carmen Cano, que llegó hace mas de 25 años a Tolva.