Repartidor de pizzas, psicólogo e ingeniero frustrado, cuidador de niños, fotógrafo de bodas, responsable de las campañas de algunos miembros importantes del partido demócrata estadounidense y colaborador estrecho del gobernador de California, Gavin Newsom. Todas estas cosas es y ha sido Eduardo Ezequiel, un zaragozano de raíces belchitanas que con 28 años ha trabajado codo con codo con la futura vicepresidenta de los Estados Unidos de América, Kamala Harris.

Su historia comenzó en el 2013. “Había estado en un congreso de estudiantes europeos en Turquía y ahí me di cuenta de que tenía que mejorar mi inglés. Entonces comencé a buscar y acabé yéndome a California de au pair (cuidador de niños). Era la mejor opción porque me pagaban el vuelo y me daban un sueldo. Mi familia no se podía permitir pagar una millonada”, cuenta ahora. En suelo americano recayó en San Francisco, “la mina ideológica” del progresismo estadounidense. La ciudad que primero aprobó el matrimonio igualitario en la primera potencia mundial, y la cuna del movimiento hippie. La implicación social y política de sus vecinos despertó la ya de por sí intensa pasión por los procesos electorales de Ezequiel. “En España siempre seguía las campañas, pero me parecían muy arcaicas, así que seguía las elecciones en Europa”, explica. En EEUU, los ciudadanos se implican en las carreras de sus concejales y pelean por la victoria en cada calle y en cada distrito. San Francisco era “la ciudad perfecta” para él.

Dado que su trabajo como cuidador era por las tardes, Ezequiel decidió buscarse una ocupación matinal. Y empujado por su gusto por la política, entró en la consultoría más influyente de la costa oeste para el Partido Demócrata. Al principio su labor no pasaba del “mira y aprende”, pero poco a poco fue creciendo.

Fue en el 2014 cuando Ezequiel conoció a Kamala Harris, que entonces era la Fiscal General de California y candidata a la reelección para ese puesto, que consiguió mantener. «Es una persona muy cercana. Te mira a los ojos cuando te habla, te coge las manos. Cuando te pregunta por tu familia lo hace de verdad», explica el aragonés. Aquel año a Ezequiel le asignaron llevar la campaña de Libby Schaaf en su carrera por convertirse en la alcaldesa de Oakland. Schaaf ganó sin que fuera una de las favoritas al inicio del proceso electoral y Eduardo Ezequiel comenzó a ganar repercusión dentro del partido. Y todo mientras, por las tardes, seguía cuidando niños. «Cobraba 800 dólares al mes y con eso, como me cubrían muchos gastos, de daba para vivir estupendamente», rememora. Por aquel entonces los demócratas californianos empezaron a contratarle como fotógrafo en multitud de actos del partido. “Me encanta la fotografía y llevaba mi cámara a todas partes, pero sin pretensión de nada. Cuando vieron que lo hacía bien decidieron contar conmigo para las fotos también”, añade.

Newsom, en el centro de la imagen, rodeado por todo su equipo. FOTO: EDUARDO EZEQUIEL

2015. Ezequiel regresó a España y comenzó a trabajar en una oficina. No duró mucho en este puesto. Estar encerrado en una sala y atado a la silla de una mesa no era lo suyo. Decidió dedicarse entonces a ser fotógrafo de bodas, aprovechando su experiencia en EEUU. Como su labor se concentraba según la temporada, disponía de meses libres al año en los que regresaba a América sin que su familia supiera muy bien a qué iba. “Quería continuar mi camino”, dice.

Y llegó el 2016, año de la victoria electoral de Donald Trump. Entonces estaba de vuelta en los Estados Unidos y recuerda a ver a todos sus compañeros de la consultoría rotos y llorando. “Fue muy duro verlos así. Había sido una campaña muy sucia. Me decían que no sabrían explicárselo a sus hijos”, cuenta Ezequiel. Pero la suerte llegó por otro lado. Los demócratas aquel año arrasaron en California y el vicegobernador del estado, Gavin Newsom, comenzó a ganar popularidad.

Un año más tarde, mientras Ezequiel estaba de rutero por Utah y Colorado, recibió una llamada para hacerle unas fotos a Newsom. El demócrata se iba a presentar para gobernador y Ezequiel llevaba dos semanas sin pasar por el agua. Las fotos de aquella sesión fueron las que, un año después, los encargados de la campaña del político enviaron a miles de hogares durante la campaña electoral. El aragonés se convirtió en el fotógrafo predilecto de Newsom. Y Newsom, que en 2019 tomó posesión como gobernador de California, se convirtió en la persona que más ha influido profesionalmente en el aragonés. Juntos han recorrido desde entonces el estado de punta a punta y parte del extranjero (acudieron juntos a la toma de posesión de López Obrador como presidente de México). Y junto con otras personalidades demócratas, como Kamala Harris, Ezequiel ha participado en los diferentes procesos electorales desde entonces.

En el último año ha tenido lugar la batalla más importante. Eduardo Ezequiel ha estado involucrado junto a Newsom en la campaña demócrata para derrotar a Trump. Compartió mesa y espacio con alguno de los políticos y comunicadores que han llevado a Biden a la Casa Blanca. Todo pintaba perfecto, hasta que llegó la pandemia. El confinamiento le pilló en España y su culo inquieto le llevó a convertirse en repartidor de pizzas para ayudar a un amigo, propietario de un restaurante. El fotógrafo del gobernador de California, que ha retratado a la futura vicepresidenta de los Estados Unidos de América, se pasó los meses de marzo y abril subido a una bici llevando comida a domicilio en Zaragoza.

Una vez regresó a EEUU se acercaba la recta final de la campaña electoral, que ha terminado de manera mucho más “feliz” que en 2016. Este viernes contaba Ezequiel que todavía no ha hablado con Harris, pero sus pretensiones tampoco están en Washington DC. “Supongo que será el fotógrafo de Biden el que seleccione al equipo completo. Yo no voy a llamar a nadie para hacerme autopromoción”, ríe. Son las 8 de la mañana para él. Estos días muchos medios españoles y aragoneses (y los alumnos de la Universidad de Zaragoza) se han interesado por su historia, así que tiene programadas varias entrevistas. “En Aragón, hasta ahora, nunca había conseguido que me hicieran caso. Todos me preguntan ahora por Kamala”, dice alegre, pero con cierta resignación. Belchite, eso sí, siempre presente. “Sin los paseos con mi abuela por las ruinas del pueblo viejo, con ella que vivió la destrucción, no sería igual. Mucho de lo que soy ahora se debe a mis raíces”, explica. Belchite y San Francisco. Aragón y California. Lambán o Gavin Newsom. Carmen Calvo o Kamala Harris. Los paisajes podrían parecerse. La política, por lo menos contada por Ezequiel, suena allí más interesante.