Un separador de calcetines, un soporte para el cepillo de dientes o un cierre para bolsas que identifique lo que hay en ellas. Todos estos objetos son imprescindibles para el día a día de las personas sordociegas y no existen en el mercado o tienen un precio muy elevado. Sensibilizado con esa cuestión, Abraham Alonso Ayala, profesor de Tecnología e Informática de ESO y Bachillerato en el colegio Cardenal Xavierre, ha impulsado Diversidad impresa, un proyecto escolar colaborativo que se sirve de la tecnología de modelado e impresión 3D para ayudar a la comunidad sordociega. «Es un colectivo muy pequeño y tiene pocos objetos destinados a sus necesidades, pues no es rentable la fabricación de escasas unidades», apunta Alonso.

Este profesor zaragozano derrocha energía y entusiasmo mientras explica el proyecto que inició este curso en sus clases. Los alumnos escuchan atentos con miradas que transparentan el interés y el grado de implicación. Y es que todos en el aula están ilusionados y disfrutan con esta actividad. «La asignatura de tecnología es una de las marías y hay que motivar los chavales», señala Alonso. Y este proyecto ha conseguido que los adolescentes vean «una aplicación práctica de lo que hacen en clase». Pero, además, es un aliciente para los docentes, pues «da sentido a la impresión 3D, ya que hasta ahora se utilizaba para cuestiones más baladíes». Aunque para Alonso, lo más importante es «el aspecto transversal que supone sensibilizar a los jóvenes sobre las discapacidades y conocer una realidad diferente a su día a día».

En clase de 4º de la ESO, los 52 alumnos de los dos grupos, bilingüe y no bilingüe, trabajan por parejas. Fernanda y su compañera desarrollan un clasificador para calcetines: «Lo mejor es saber que las personas sordociegas van a dar utilidad al proyecto», afirma.

Percha plegable

También Zoe Ferrer y Cielos Asensio se muestran ilusionadas con su trabajo: «Poder ayudar a los sordociegos es lo mejor de la asignatura». Ambas están desarrollando una percha plegable para utilizarla en los baños públicos, pues los sordociegos tienen que palpar y la higiene en estos lugares no siempre es la deseada. La consulta con los propios usuarios sobre sus necesidades es importante. Y comprobar la realidad de esta diversidad es algo que los alumnos también valoran. Explica Sergio Nadal, de 16 años, que visitaron el colegio La Purísima donde hay niños sordociegos y «fue algo nuevo» para él. «Al estar con ellos pude conocer sus necesidades y ahora sé, por ejemplo, que hay que diseñar formas ergonómicas para que no se les caigan de las manos».

El profesor afirma que en esa visita comprobaron que los niños con esta discapacidad apenas disponen de juguetes específicos y se han puesto manos a la obra para desarrollar un dominó infantil y un Memory: «Es uno de los proyectos que más me emocionan. Vamos a involucrar a alumnos de Primaria, pues técnicamente es un diseño muy sencillo».

Las tres dimensiones son una realidad en el aula, no solo por la impresión en 3D, sino también por la triple vertiente educativa, humana y tecnológica que se entrelazan gracias a la vitalidad de este profesor inquieto. «Intento que los chicos sean creativos», señala. «La magia del proyecto es que la función académica y la socioeducativa van por igual», puntualiza.

Innovación constante

Aunque no todo es fácil; el alumno Mateo de Jesús Núñez dice que aunque está encantado con la asignatura, «resulta difícil modelar algunas piezas como una visagra o un pivotado». Y es que cualquier cosa puede imprimirse en 3D si bien la limitación para diseñar sus ideas es el volumen: 30x30 cm como máximo. El proyecto es nacional, en colaboración con la Federación de Personas Sordociegas de España (Fasocide), y en Zaragoza solo participa el Cardenal Xavierre: «Soy el único aragonés», bromea Alonso.

El colegio ganó el premio Desafío STEM de la Fundación telefónica con el que obtuvieron una impresora 3D. Pero le tienen más cariño a la que ellos mismos diseñaron y fabricaron en clase en el 2012. «Es la primera impresora escolar de Aragón, aunque en la parte tecnológica nos ayudaron desde la universidad», apunta orgulloso el profesor.

«Físicamente aún no hemos desarrollado los objetos, todavía estamos dando forma a los diseños». Para el futuro, la idea es que el proyecto crezca: «Estamos pensando para futuras ediciones abrir el abanico a otras discapacidades. El sueño sería montar un etwinning --proyecto colaborativo europeo-- y generar un grupo de conocimiento internacional» concluye Alonso.