Un incendio en un bloque de pisos del barrio Oliver, en Zaragoza, ha destruido a primeras horas de esta mañana una vivienda ocupada ilegalmente en la que vivían una madre con sus dos hijos, ambos de corta edad. Ningún residente ha resultado afectado por el humo o las llamas, pero los daños materiales han sido cuantiosos y se han extendido a otras viviendas e incluso a la escalera del edificio.

El fuego se ha declarado poco antes de las 7.00 horas, según los Bomberos del ayuntamiento, que señalan que el incendio ha podido originarse en una estufa. Las labores de extinción han durado una hora. La vivienda afectada se encuentra en el tercer y último piso del bloque, que carece de ascensor y presenta signos visibles de deterioro, al igual que el resto de edificios que conforman el denominado Grupo Gabriela Mistral, construido en los años 60.

Los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Zaragoza se han hecho cargo de la familia que vivía en el piso siniestrado. «Se trata de unas personas que viene recibiendo ayuda municipal», afirma un portavoz del consistorio. De momento, asegura, la mujer y sus dos hijos han sido acogidos por una familia amiga, por lo que no tienen problemas de vivienda.

SALÍA UN POCO DE HUMO

«He visto cómo salía un poco de humo», relata Pedro, un vecino que señala que la mayoría de los residentes abandonó el bloque al ver la intensidad del fuego. «Parece ser que el dueño de la casa, que es rumano, le propuso a la ocupante que comprara el piso por el precio de las escrituras, pero ella rechazó la oferta», añade la misma persona.

El Grupo Gabriela Mistral está compuesto por una decena de bloques que tienen en común el mal estado en que se encuentran, con problemas que van desde tejados que corren peligro de hundimiento hasta la presencia de roedores. Una maraña de cables cuelga desordenadamente de las fachadas, pero algunos pisos están dotados de aire acondicionado y antenas parabólicas.

«Aquí vive gente de esa de la patada en la puerta», comenta Juan, un residente del Grupo Gabriela Mistral, al final de la calle Antonio Leyva. «Pero otras familias tienen alquiladas e incluso compradas las viviendas, hay de todo», agrega.

La degradación de los bloques, con desconchones y ropa tendida de ventana a ventana, llama la atención en un entorno en el que, en los últimos años, han ido apareciendo distintos servicios, desde un ambulatorio del Salud a un centro cívico e instalaciones deportivas. No faltan ni siquiera algunos modernos bloques de viviendas en las inmediaciones.

Entre los edificios como el que ha sufrido el incendio hay espacios peatonales ajardinados y con juegos infantiles, pero se nota cierto descuido. En el suelo, sin recoger, se ven latas y bolsas vacías. Los vecinos se quejan de que no reciben la atención debida de las administraciones y reconocen que los edificios se han deteriorado tanto que «no merece la pena invertir en ellos ni un euro», apunta Juan.

RATAS Y CUCARACHAS

«Mi hermano está de okupa porque, cuando va a alquilar una vivienda, le preguntan por sus ingresos y le piden nóminas y él solo cobra el Ingreso Aragonés de Inserción», añade. «¿Adónde puede ir así?», pregunta.

«Las ratas y las cucarachas están a sus anchas debajo del tejado, que cualquier día se hundirá porque ya nos dijeron unos que vinieron que podía venirse abajo», manifiesta Yesi, que siempre ha vivido en los bloques del Grupo Gabriela Mistral.

«Los residentes no estamos unidos», lamenta Juan. «Tendríamos que ir a hablar con el Ayuntamiento, con la DGA, o con quien sea, pero algunos no quieren saber nada», declara. Mientras tanto, cada día que pasa, las goteras se hacen más grandes, la humedad va penetrando en la estructura de las casas y el abandono avanza, dice.