La plaza de Marmande de Ejea de los Caballeros acoge desde ayer siete adoquines de la memoria para recordar a los siete ejeanos que fueron deportados a campos de concentración nazis tras escapar de la ciudad durante la guerra civil. La iniciativa ha sido promovida por el ayuntamiento de la localidad y por la asociación para la recuperación de la memoria histórica Batallón Cinco Villas.

La fecha elegida para la conmemoración, el 5 de mayo, coincide justamente con la misma fecha de 1945, en la que las tropas aliadas liberaron el Campo de Mauthausen, conocido con el sobrenombre de campo de los españoles porque ahí fueron enviados más de 7.000, de los cuales 5.000 no salieron con vida.

En un emotivo acto se instalaron los adoquines con los noombres de Pablo Aguas Muñoz, José Francés Jiménez, Mariano Laborda Arilla, Ramón Lacima Giménez, Ángel Lambán Abadía, Ignacio Parral Ripamilán y Santiago Raga Casanova, pues todos ellos sufrieron la trágica experiencia del nazismo. Estuvieron presentes algunos de los familiares de estos supervivientes.

Ejea de los Caballeros pasa de este modo a formar parte de esa red de ciudades que rinden homenaje y recuerdo singularizado a las víctimas del holocausto nazi, contribuyendo a la reparación de su memoria y a la expresión de la solidaridad y el afecto por ellos.

La iniciativa nació en Alemania pero se ha ido extendiendo a otros países como Austria, Hungría, Italia, Francia, Bélgica o Polonia. Todas las incripciones se colocan en el suelo porque el artista promotor Gunter Demnig considera que para leer los textos se tiene que hacer una inclinación de cabeza en señal de respeto. Cuando es posible los adoquines se colocan ante el que fue el último domicilio de las vítimas.

ROMÁN ARNAL, IDENTIFICADO

Por otro lado, las pruebas genéticas han confirmado que los restos de una de las personas encontradas en la fosa común del cementerio de Las Mártires en Huesca, exhumada en octubre del 2018, son de Román Arnal Mur. La asociación Arico inició el levantamiento de la fosa tras la petición de su hermano, Martín Arnal, de 97 años. El anciano estuvo presente en el camposanto en el momento en el que descubrieron los huesos junto a otros fusilados de Angüés.