El Ejército ha formulado, en lo que va del 2019, más de 20 denuncias por casos de intrusismo en el campo de maniobras de San Gregorio, el polígono de tiro que se extiende al noroeste de la ciudad de Zaragoza y que abarca otros términos municipales de la Ribera Baja y de Cinco Villas.

No todos los intrusos han sido objeto de denuncia, una conducta que puede ser delictiva según la normativa sobre seguridad contenida en la Ley de Defensa Nacional. Ha habido asimismo numerosas identificaciones y apercibimientos a personas que habían penetrado en el polígono sin contar con la debida autorización.

La entrada al campo de maniobras está estrictamente prohibida, como lo advierten los letreros colocados en los puntos de acceso de este espacio de 108 kilómetros cuadrados y 34.000 hectáreas de extensión. Una valla metálica recorre todo su perímetro y las zonas de tiro están especialmente señalizadas y protegidas por alambradas,

PROYECTILES SIN ESTALLAR

Pero, pese a ello, no faltan los senderistas, corredores, motoristas, cazadores furtivos, pastores y buscadores de setas que entran en el recinto poniendo en grave riesgo su vida e incluso la de los miembros de la Unidad de Seguridad del campo que tienen que ir en su auxilio cuando se extravían o producen lesiones, algo que sucede con relativa frecuencia. Entre los intrusos figuran incluso personas que se dedican a recoger material militar (casquillos, carcasas de proyectiles) para sus colecciones particulares.

«Existe mucha preocupación en instancias militares porque, dentro del campo de maniobras, existe un elevado riesgo debido a la posible presencia de proyectiles sin estallar y por el paso de carros de combate y otros vehículos bélicos», señalan fuentes del Centro Nacional de Adiestramiento (CENAD) San Gregorio.

Hasta el punto, añaden, de que se ha lanzado una campaña preventiva dirigida a informar de los riesgos de adentrarse en un espacio de uso exclusivamente militar donde se prueba armamento y se realizan maniobras a lo largo de todo el año, tanto de día como de noche.

«Hay que tener presente que muchos ejercicios se realizan con fuego real y que un carro de combate de 60 toneladas, lanzado a 50 o 60 por hora, necesita más de 100 metros para detenerse», explican las mismas fuentes.

DESORIENTADOS

Las actividades imprudentes son de muchas clases. Recientemente, por ejemplo, hubo que rescatar a un grupo de ciclistas con bicis de montaña que se extraviaron por los cerros de San Gregorio. un territorio árido y polvoriento, con una escasa cubierta vegetal, en el que es fácil desorientarse si no se tienen puntos de referencia geográfica.

Otros intrusos son los recogedores de munición utilizada y de cualquier objeto militar que consideren de interés. «No son conscientes del riesgo que corren», señala un mando castrense. «En los casos menos graves se puede incurrir en una falta administrativa y también en un delito contra el medio ambiente, pero lo peor son las situaciones de riesgo para la integridad física», subraya.