Poco a poco, el nivel de afluencia a Urgencias del hospital Miguel Servet se va reduciendo, aunque el colapso continuaba ayer. De hecho, el propio personal sanitario advirtió de que las salas de observación comienzan a perder inquilinos aunque continúan muy por encima de su capacidad. "Estamos desbordados y las dos salas que hay siguen a rebosar", apuntó un profesional del centro, que aseguró que "ya se han dado varios casos de personas que acumulan 100 horas en estas salas pendientes de ser ingresados".

La falta de camas provocaría, según los sanitarios, una situación que vivió su día más dramático el pasado martes, cuando el caos alcanzó su punto más álgido. "De los más de veinte pacientes que ocupan cada una de estas dos salas --una para hombres y la otra para mujeres-- apenas dos o tres se encuentran verdaderamente en observación y el resto se encuentra a la espera de ir a planta", añadieron desde el hospital.

Ayer, la situación no mejoró de forma ostensible, aunque, al menos, se empezaron a vaciar los pasillos, donde las camillas fueron menos numerosas, pero las salas de observación mantuvieron, un día más, una incidencia de récord, especialmente la destinada a las mujeres. "No exagero si digo que está al 130% de su capacidad y casi todos pendientes de ingresar en planta", advirtió un sanitario.

SIN INTIMIDAD Las largas estancias en estos recintos posibilitan, al menos, la puesta de monitores para los pacientes "pero pierden toda la comodidad y, por supuesto, intimidad. No son formas de tener a los pacientes, sobre todo, si están delicados de salud y requieren de mejores atenciones principalmente de los servicios de enfermería", subrayaron desde el centro, que incidieron en que "las patologías que acuden a Urgencias revisten, en algunos casos, una gravedad importante".

Por todo ello, el personal que desarrolla su labor en este área admite que la situación le está llegando a "desbordar". Ayer, uno de ellos aseguraba a este diario que "llevo desde las 8 hasta casi las 15.00 horas sin poder beber agua". Otro reconocía encontrarse "muy quemado" mientras que una más llegó a admitir que "el estrés me está pasando factura poco a poco y no puedo más".

Al menos, hay cosas que sí se van corrigiendo, como las altas prematuras que desde algunos colectivos se estaban otorgando, lo que provocaba que muchas personas volvieran a Urgencias poco después de haber abandonado el centro hospitalario. Pero, por ahora, el Servet no se plantea la apertura de la segunda planta de Traumatología, que se mantiene cerrada pese al colapso. "No la abren por razones meramente económicas porque hacerlo conlleva un coste de personal y equipamientos", opinaron varios sanitarios.

Sin embargo, desde el Salud se reiteró ayer que la planta se abrirá "cuando sea necesario" y "de momento no lo es porque las altas se equilibran con los ingresos".

El pasado martes, la Plataforma contra la Privatización de la Sanidad denunció que el colapso había sido provocado por "el cierre de plantas hospitalarias". En este sentido, apeló tanto a la clausura de la segunda planta como a la que se mantuvo hasta hace poco en la novena de Trauma, que, tras su apertura, cerró la mitad de las camas de las plantas tercera, sexta y octava. "Ante este hecho los profesionales de enfermería de Urgencias solicitaron por escrito a la dirección del centro un aumento de la plantilla dado que la situación era claramente caótica, pero el hospital no lo ha considerado oportuno", dijoel colectivo.