"La situación me pone entre la espada y la pared: o dedico mi tiempo al trabajo o lo destino a estudiar la oposición para sacar una nota alta". Antonio Lamas tiene 42 años y lleva desde 1997 presentándose a convocatorias sin lograr plaza.

Ahora, la decisión del Gobierno de Aragón de cambiar los baremos en el nuevo criterio de interinidad, dando un valor del 40% para la nota y un solo 35% para la experiencia, deja a este maestro de Educación Física en una situación de "desventaja" ante futuras oposiciones. "Entiendo que la DGA pida calidad, pero una vez que se aprueba el examen ya no debería hacer falta volver a demostrar nuestra valía cada dos años, porque ya estamos aptos. El decreto sería más justo si otorgara a la persona con la oposición, pero sin plaza, un lugar en lista preferente".

Lamas se muestra crítico con la decisión del Ejecutivo y asegura que el nuevo decreto es "un arma de destrucción" de la estabilidad laboral. "Trabajo en un colegio de educación especial, pero cuando llego a mi casa estudio la oposición. Ahora, la nota va a ser lo más importante y yo no quiero perder mi trabajo, pero está claro que estudiar me va a exigir más horas. Mientras que otro compañero, recién graduado y que todavía viva con sus padres, podrá dedicar todo su tiempo al estudio y sacar la mejor nota para adelantarme a mí y a quienes llevamos años trabajo. Me parece injusto", se queja.

Sobre el motivo que ha llevado a la DGA a hacer efectivo este decreto, Lamas considera que el Gobierno aragonés necesita "quitarse la presión social" de profesores que quieren trabajar por primera vez. "La mayor demanda son interinos sin experiencia laboral y quieren darles la oportunidad. Por eso mismo deciden primar la nota", dice.

Aunque también los recortes tienen mucho que ver. "Una de las consecuencias ha sido la reducción plantillas. Cuando yo empecé, casi 150 personas tenían plaza para todo el año. Ahora eso no ocurre, hay unas 40 fijas", señala.

Seguir con la formación

Al margen de todo, Antonio asegura que ha tenido que equipararse a las exigencias actuales. "Cuando yo empecé, el idioma no era algo considerado y ahora es imprescindible. De hecho, dedico entre una y dos horas al día a ello. Y ahora, encima que me estoy formando, van a tirar por la borda toda mi experiencia. Es un engaño. Yo ya tengo la carrera y aprobé mi oposición, es una tontería que me vuelvan a examinar", argumenta.

Pese a su indignación, Lamas no tira la toalla. "No me doy por vencido. Me gusta mi trabajo y lo intentaré las veces que pueda", matizó. Mientras tanto, disfruta "muchísimo" en el campo de la educación especial. "La pena es que ahora, con este decreto, mis esfuerzos no podrán estar dirigidos 100% a él y me preocupa, porque no quiero elegir. Las posibilidades de tener plaza deberían ser iguales para quien ya tiene la oposición como para quien obtiene la mejor nota sin experiencia", añade.