El arquitecto municipal José Antonio Aranaz volvió a su puesto de funcionario el año pasado, en Urbanismo del Ayuntamiento de Zaragoza, pero obtuvo su plaza hace 25 años. Ahora es el director técnico de la reforma del Mercado Central y trabaja junto al autor del proyecto de rehabilitación, Pedro Villoldo.

-¿Qué significado tiene el proyecto de reforma del Mercado Central?

-Cuando nos pusimos a trabajar en ella nos dimos cuenta de los problemas que tiene, de estabilidad porque la estructura no se concibió para ser cerrada perimetralmente y hace un efecto de vela, de accesibilidad para personas mayores y con discapacidad, y por las cubriciones que se hicieron en el interior que impedían ver, por ejemplo, la magnífica cubierta que tiene y los elementos decorativos.

-¿Es una vuelta al origen?

-Creemos que el edificio volverá a la idea original, dejándolo tal y como lo pensó Félix Navarro en su construcción. Es una especie de lifting, para conseguir que se pueda ver con todo detalle desde el exterior.

-Como arquitecto, ¿qué es lo que más le impresiona del edificio?

-Sus grandes fachadas norte y sur, que podrían ser como un arco del triunfo de entrada a la ciudad, y su cubierta. Recuperar todo eso y darle accesibilidad es todo un desafío.

-Será algo irreconocible.

-Supongo que porque nadie lo vimos en su origen cuando Félix Navarro lo diseñó y se contruyó en el siglo XIX (sonríe). En realidad vamos a conseguir que sea más accesible y más funcional para los detallistas en lo que es el movimiento de la mercancía, a la vez que todo ese proceso se invisibiliza de cara al visitante y al cliente. Que siga siendo un mercado, que nos dure otros cien años más y que se convierta en un revulsivo para el barrio.

-¿Cómo encaja en él los puestos de restauración?

-Los hemos colocados en la plaza central, junto a las puertas este y oeste, y junto a pasillos mucho más amplios con 74 puestos que, el más pequeño duplica a los actuales.