SEmDAragón es pionera en crear la Red de Comités de Ética Sanitaria. ¿Por qué han decidido dar este paso?

—Sí, somos los primeros y me consta que ya somos un referente para otras comunidades que conocen el proyecto. Estamos avanzando hacia un escenario social donde cada vez es más importante respetar la autonomía de las personas y, concretamente, la relacionada con la salud. Lo que queremos hacer con esta red, que coordina a todos los profesionales, es preparar un escenario futuro en el que, cuando haya alguna complicación en medicina o temas de salud, haya una coordinación total y un espacio de debate. Se trata, en definitiva, de crear un ambiente más respetuoso hacia el paciente que tiene derecho a elegir como llevar su enfermedad y muerte.

—Entonces, ¿cada comité de ética en Aragón funcionaba hasta ahora por separado?

—Digamos que funcionaban a demanda. El Comité de Bioética de Aragón recoge la demanda de Administraciones, Gobierno e instituciones, mientras que los Comités de Ética Asistencial trabajar en su sector sanitario. Aragón cuenta con 10 espacios de este tipo: ocho públicos y dos privados (Neuropsiquiátrico el Carmen y San Juan de Dios). Después, por otro lado, también está el Comité Ético de Investigación Clínica. Ahora, todos estos órganos trabajarán de forma más directa, en un espacio de debate común, y con la meta de preservar los derechos de los ciudadanos en su salud. Es esencial que la ética sanitaria esté coordinada.

—¿Los aragoneses son conscientes de que tienen derecho a elegir cómo llevar su enfermedad o el proceso de la muerte?

—Sí, cada vez hay más conocimiento, pero el cómo y las herramientas para ejercer esa ley de derechos y garantías de la dignidad de la persona en el proceso de morir y de la muerte la deben dar los sanitarios. Y en eso queremos trabajar, en incidir qué medios hay que utilizar. De lo que se trata es de hacerse mayor y no tener que abandonarnos, por así decirlo, hasta que no sea necesario.

—¿Qué capacidad de decisión ejercen los pacientes de Aragón? ¿Hasta dónde demuestran esa autonomía?

—Hacemos charlas por todo Aragón dentro de las escuelas de salud y es importante ver la diferencia que hay respecto a la autonomía que ejerce el paciente. En Primaria, por ejemplo, casi el 80% de las personas ejercen su derecho, mientras que cuando van a Especializada el porcentaje baja. Finalmente, cuando llegan a un hospital la autonomía es prácticamente inexistente y uno se deja llevar directamente por el médico. Cuanto más enfermo se está, menos capacidad de decisión se muestra y queremos revertir esto utilizando el potencial de los profesionales con el fin de que, en un estado de gravedad, se pueda decidir cómo transitar ese proceso.

—Del lado de los sanitarios, ¿les consta que los profesionales plantean en los comités de ética muchas dudas o preocupaciones sobre sus pacientes?

—Sí que hay preocupación, especialmente por el escenario social que viene. Se debate qué medicamento poner, qué recomendaciones seguir, si hacerlo en casa con más intimidad, si atender en consulta. Siempre digo que vamos a dejarnos de preocupaciones para empezar a ocuparnos de ellas. Tenemos que hacer la labor de prevenir lo que viene. En este sentido, en otoño tenemos previsto elaborar un informe que tiene que ver con los médicos de Primaria y Especializada y cómo se relacionan con sus pacientes; qué información dan y qué comparten respecto a la preferencia de la persona de recibir un tratamiento o enfrentarse al final de su vida.

SEmD¿Y qué escenario viene?

—Recientemente estuve en un congreso donde Mario Garcés, secretario de estado de Servicios Sociales e Igualdad, dijo que en el 2050 habría en España unas 200.000 personas con más de 100 años. Por lo tanto, la esperanza de vida subiría a los 95 años. Ese dato nos dice mucho de hacia dónde vamos y, por tanto, hay que crear un proyecto vital para toda esta población que va a vivir mucho tiempo. Esto implicará que ciudadanos que se jubilan a los 65 años todavía tendrán por delante 30 años de vida en los que tendrán derecho a disfrutarla y vivirla en bienestar. Eso supone que los Gobiernos deben dar respuesta con sus políticas para garantizar una buena calidad de vida. En esto, el Comité de Bioética de Aragón, que ha sido pionero en muchas cosas, lleva funcionando mucho tiempo y aquí nos estamos tomando muy en serio ese escenario que nos afectará a todos. Hay que tener en cuenta que nuestra comunidad tiene una población muy envejecida.

SEmD¿Esta novedosa red de comités de ética se podrá aplicar en otros ámbitos? ¿En la universidad por ejemplo?

—Es un espacio de ayuda para todo paciente que no quiera pasar por el trance de aplicar medicina en su vida, pero también es un órgano consultivo abierto y de participación para quien quiera. De hecho, ya colaboramos con la Cátedra de Ética de la Universidad de Zaragoza con un espacio de formación y con la Facultad de Ciencias Sociales y del Trabajo. Insisto en que todo forma parte de una estrategia global para crear un espacio común.