-¿Las lluvias de las últimas semanas han aliviado la situación de sequía que vivía la cuenca?

-Bastante. Hemos pasado de una situación muy complicada a tener un poco más de recursos. En la margen izquierda nunca hubo graves problemas, pero en la derecha vivimos una situación crítica en el Jalón, el Huerva, el Martín y hasta en el Aguasvivas. Estas últimas lluvias han mejorado sensiblemente la situación en La Rioja pero en la margen derecha seguimos con una situación de tremenda sequía y escasez.

-¿Prevé una primavera con menos problemas?

-No podemos hacer previsiones a largo plazo. Las más fiables no van más allá de tres o cuatro días.

-¿Ha llegado a temer problemas para el abastecimiento humano?

-Los regadíos han tenido problemas. En cuanto al abastecimiento urbano, la demanda es menor, pero siempre es prioritaria. Tengo que agradecer el comportamiento de los regantes y su solidaridad, porque en casos como el de La Tranquera acabaron antes su campaña de riego para que no hubiera problemas en Calatayud, y en el resto de sistemas han soportado restricciones para evitar problemas mayores.

-¿Los municipios de más de 20.000 habitantes han elaborado ya sus planes contra la sequía?

-Tienen la obligación de tener un plan de emergencia y están trabajando en ello. Aquellos municipios que nos piden asesoría la reciben y se va avanzando. Calatayud nos lo ha mandado ya, la mancomunidad de Guadalope-Mezquín está trabajando, también Huesca y Zaragoza…

-¿Qué le parece que en un principio el ministerio excluyera al Ebro del decreto de la sequía y luego cediera para incluir la margen derecha?

-Es un asunto complicado. Los planes de emergencia por sequía han evolucionado. En una primera revisión se consideraba que para incluirse en ellos debía estar toda la cuenca durante cuatro meses, ahora la idea es dividirla por zonas. Es razonable en una cuenca como la del Ebro, con más de 80.000 kilómetros cuadrados, climas muy diversos y un río que atraviesa distintas zonas muy variadas. Además, hay una diferencia notable entre la margen izquierda, con los Pirineos y un mayor número de precipitaciones, y la derecha, más árida con un clima mediterráneo y la Ibérica, en la que hay menos precipitaciones y son más irregulares. Eso hace que los embalses, además, se puedan aprovechar menos que los de la izquierda. Tenemos zonas con precipitaciones inferiores a 300 milímetros al año, que es poquísimo.

-¿Cree que habrá restricciones en esta campaña de riegos?

-Se empezó el año hablando de restricciones, pero ya veremos. No tenemos una bola de cristal. Pero se cuidan mucho los recursos que tenemos y se planifica según el volumen de agua que tenemos en los embalses. Pero con embalses anuales como los nuestros, es más difícil predecirlo. Cada año es una historia distinta.

-¿También es difícil saber cómo se comportará el deshielo y si habrá riadas de magnitud?

-Es muy difícil saberlo. Pero tenemos herramientas que nos ayudan mucho. Los tres o cuatro días de previsión, el tiempo que tarda la lluvia en llegar a un punto determinado como la ciudad de Zaragoza… Esto te da siete u ocho días para planificar, gracias a la red automática de información que tenemos, que te da mucha información que te permite hacer predicciones con escaso margen de error.

-En estos últimos dos años han trabajado mucho en los municipios afectados por las riadas, en los cauces y las zonas inundables. ¿Es suficiente?

-Tenemos un presupuesto muy limitado, de dos o tres millones de euros y no podemos dedicar mucho dinero a actuaciones de protección de cauces. Pero si hay un episodio de avenidas importante se habilita un dinero del fondo de contingencias, y eso nos ha pasado estos últimos años. Hemos conseguido 30 millones que nos ha permitido actuar priorizando en función de los lugares en los que, por seguridad, hay que actuar con más urgencia. Es una lástima que los recursos sean limitados y no dispongamos de más para poder acometer obras en toda la cuenca. Aún así hemos acometido obras. Nos gustaría hacer más actuaciones y de más envergadura en el retranqueo de motas, cauces de alivio, limpiezas de cauces… Los ayuntamientos también nos están ayudando mucho a la hora de tomar decisiones.

-¿Sigue garantizando la seguridad en Yesa, a pesar de todo el dinero que se invierte por lo problemas que surgen en la obra?

-La primera premisa en cualquier obra de este tipo es la seguridad. Nuestros controles parten de estándares muy altos, del nivel de Estados Unidos o incluso más. La seguridad no se cuestiona ni se plantea, y además tenemos la orden de la ministra de gastar lo que haga falta en seguridad. Podremos priorizar en otros aspectos, pero no en seguridad. Si se hace, se invierte todo el dinero que haga falta.

-¿Sigue siendo viable una obra en la que hay que invertir tanto en su seguridad?

-Es una obra muy justificada y es viable. Para la regulación del Aragón y por el beneficio para los regantes de Bárdenas. Es claramente viable económicamente. Es incuestionable. De hecho, los usuarios, que son quienes pagan estas obras, el coste de personal, la inversión y el mantenimiento, nos siguen diciendo que quieren ya la obra, porque el beneficio es superior al coste de la obra.

-¿El nuevo plan ambiental de Biscarrués está ya listo?

-No conozco los detalles al ser una obra de Acuaes, pero muy pronto se presentará el plan.

-¿Y Mularroya? Últimamente algún experto también ha alertado de sus riesgos...

-Hubo un artículo técnico en una revista con el que no estamos de acuerdo y quisimos transmitir a los ayuntamientos, junto con el Instituto Geográfico Nacional y el Gobierno de Aragón, que estuvieran tranquilos. Muchos expertos que conocen bien la sismicidad y la geología de toda España afirman que no se corren riesgos. Mularroya se encuentra en una zona de sismicidad muy baja, con una falla que no se ha movido en 30 millones de años, que no es activa. Cuando se habla de magnitudes hay que hablar de periodos de retorno, y en 30 millones de años la Tierra no se parecía en nada a como es ahora. En ese informe ese periodo de retorno falta.

-Estas obras también acumulan un notable retraso. ¿Cómo están ahora?

-Estamos hablando de los graves problemas de agua en la cuenca del Jalón, que está en alerta. Mularroya aliviaría gran parte de ellos. Estamos acabando la presa y vamos a empezar el túnel de trasvase, que puede tardar en construirse cuatro años. Esperamos compaginar la puesta en carga con la construcción del túnel de trasvase, aunque el volumen de caudal del Grío no sea muy elevado.

-¿Ha sido un fracaso la Loteta?

-La Loteta está en una zona complicada porque hay muchos yesos y fue una obra compleja en su diseño y construcción. La pantalla de permeabilización del fondo de la presa ha funcionado pero hubo un problema típico de las dolinas de Aragón en el estribo izquierdo, lo que provocó una serie de filtraciones. La presa llegó a estar prácticamente llena pero vimos con la puesta en carga que crecían las filtraciones y, como la seguridad se prima por encima de todo, vaciamos la presa y construimos una pantalla de permeabilización con la misma tipología de debajo de la presa, porque ha funcionado muy bien y verificamos que su funcionamiento era muy bueno. Se ha terminado esa pantalla pero nos ha cogido una etapa de crisis económica y era una obra de cierta entidad pagada con recursos propios. Y cuando estaba acabada la obra llegó un año de sequía. La estamos llenando con agua de Yesa, pero también tenemos limitaciones de disponibilidad de agua, así que iremos llenándola en función de los recursos.

-¿Está satisfecho con las múltiples reuniones que ha mantenido en el proceso previo al borrador del plan nacional del agua?

-La Dirección General del Agua ha mantenido numerosas reuniones con comunidades autónomas y distintos interlocutores y luego cada confederación a otra escala nos hemos reunido con ecologistas, colegios profesionales, regantes, hidroeléctricos, abastecimientos… para conocer los cuatro aspectos fundamentales: gestión de avenidas, calidad de las aguas, gobernanzas y atención a los déficit hídricos para que todo el mundo aportara lo que quisiera. Han sido reuniones muy interesantes porque nos han aportado muchos puntos de vista. Hemos elaborado documentos interesantes que hemos remitido a la dirección general, que hará un resumen y acabará con un borrador para enviar a los grupos políticos con la idea de llegar a un pacto y que el plan no sea una imposición del ministerio sino una decisión consensuada que dé soluciones que satisfagan a todos.

-¿Serán fáciles esos acuerdos?

-A otra escala, ya estamos llegando a muchos acuerdos en la Confederación. Lo he visto con la gestión de la sequía, por ejemplo. Se trata de buscar el interés general, con lo que todo el mundo debe perder algo para que todos ganemos mucho.

-El documento contempla la posibilidad de los trasvases entre cuencas. ¿Qué le parece?

-En el documento inicial no hay nada prefijado. Se está hablando de todo partiendo de cero, hablando todo el mundo. La ministra lo ha dicho una y otra vez, esas soluciones deben ser acordadas, y no habrá trasvase si no hay acuerdo entre la cuenca cedente y la aportante.

-¿Contempla como una realidad el cambio climático?

-Contemplamos una disminución del agua disponible en el caso del Ebro del 5% en los próximos años. No sé si habrá más agua o menos en el futuro, pero sí parece que habrá periodos de lluvias más intensos y también periodos de sequía más prolongados. Es decir, habrá más casos extremos y desequilibrios. Eso obliga a trabajar con más cuidado en las previsiones.

-¿No es incompatible que a pesar de las previsiones se sigan impulsando nuevos regadíos?

-Hablamos de que queremos que la gente se mantenga en el campo y no todo el mundo se concentre en la ciudad. La única manera de mantener a la gente en el campo es dándoles trabajo. Además, los regantes producen alimentos para todos, y cada vez se necesitan más porque hay más demanda.

-Salvo algunos puntos concretos, la calidad de las aguas, ¿están en un estado aceptable?

-Más que su estado, lo importante es la evolución. Ahí se ha trabajado mucho y se ha avanzado. En el año 2000, el 50% no depuraba y no hacía falta más que ver la suciedad de los ríos. La calidad ha mejorado y se está haciendo un esfuerzo importante en depurar los núcleos urbanos. Hay otra contaminación más difusa, que viene de la agricultura, y la modernización de regadíos precisamente nos ayuda a aliviar la contaminación, ya que disminuyes la cantidad de agua por hectárea y sobre todo viertes menos abono, porque la carga contaminante es la justa y la estrictamente necesaria. Se aprovecha todo, sin que vaya a los desagües.

-Hablando de depuración, y aunque no sea una competencia suya, qué le parece la rebelión generada en Zaragoza por el ICA?

-No me puedo pronunciar sobre cómo establece sus impuestos una comunidad autónoma.

-¿Y sobre el plan de depuración de Aragón? Hay abierta una comisión de investigación parlamentaria y ya ha comparecido como informante algún miembro de la CHE.

-De momento no me han llamado. No tengo elementos para hacer un análisis del plan, pero se ha hecho una prórroga del mismo y, con modificaciones, se seguirá trabajando con él.

-Algunos municipios como Fraga o la parte trasera de la avenida de Cataluña de Zaragoza han tenido inconvenientes por los decretos de inundabilidad. ¿Son demasiado estrictos?

-Volvemos al debate de la seguridad. Nunca pasa nada hasta que pasa. El fenómeno de las avenidas es aleatorio, y puede pasar mucho tiempo sin que haya caudales importantes, pero de repente haber una gran avenida devastadora y podemos lamentar hasta víctimas mortales. Por eso hemos establecido unas normas en las que se prioriza la seguridad, y esta no se arregla con una simple sirena de alerta. Luego hay una serie de actividades especialmente prohibidas: guarderías, residencias de ancianos o un cámping. Es cierto que es impopular y puede condicionar el desarrollo, pero tendrán que buscar otras zonas para instalarse que no estén en la influencia directa del río, porque tarde o temprano una gran avenida va a llegar.