Estos días se ha presentado en Zaragoza el libro La gran encrucijada. Sobre la crisis ecosocial y el cambio del ciclo histórico, obra de Fernando Prats, Yayo Herrero y Alicia Torrego editada por FUHEM. Charlamos con uno de sus autores, Fernando Prats, en el que advierte de las consecuencias de un consumo ilimitado para la propia supervivencia de la especie.

-El libro ya habla en su título de encrucijada y cambio. ¿En un momento tan crítico estamos?

-Vivimos en un cambio de época: tecnológicamente, desde el punto de vista de la ingeniería de la naturaleza, geoestratégicamente… Pero dentro de ese conjunto de valores hay un tema fundamental que es el desbordamiento de los principales ecosistemas que sostienen la vida tal y como hoy la entendemos en el planeta. Los científicos le dan tanta importancia que hablan de que estamos en un cambio de época geológica. Advierten de que, simplificándolo, nos estamos jugando la vida y el tiempo ya es oro. No hay tiempo que perder. Obama dijo a finales de 2015 que éramos la primera generación que podíamos ser conscientes de la dimensión del problema global desde el punto de vista de la supervivencia de la especie en el planeta y la última que quizá tuviera la oportunidad de hacer algo por cambiarlo. Es una frase que resume bien la situación y por eso estamos en un momento clave de la humanidad.

-¿Cómo podemos reaccionar?

-Tenemos que volver hacia atrás para recuperar ciertos equilibrios perdidos. La reconversión que debemos hacer es muy profunda y exige que las soluciones no sean exclusivamente tecnoló- gicas. Deberíamos alcanzar cambios de enorme trascendencia y de nuestros paradigmas.

-¿Sirven los grandes foros internacionales y las cumbres como lo fueron Kyoto o París?

-Que junten a los dirigentes de los países más importantes del mundo y hablen de estas cosas, me parece muy importante. París ha sido un milagro para lo que podía haber sido y ha sido un fracaso para lo que nos estamos jugando. Se trata de cambios que hay que hacer desde arriba hacia abajo. Ya no hay tiempo para trabajar solo desde arriba. Y en ese sentido, las ciudades son determinantes. O la ciudadanía se incorpora a las dinámicas de cambio, o será difícil que los de arriba consigan cambios sustantivos

.-¿No tenemos mayor concienciación que nuestros padres?

--Ellos y nuestros abuelos eran muy conscientes de esto y su huella ecológica era menor. Eran más austeros. Sí se avanza pero el reto es saber si con la suficiente dimensión como para llegar a tiempo. El factor tiempo es brutalmente exigente y corto.

¿No tenemos mayor concienciación que nuestros padres?

-Líderes como Putin o Trump ayudarán más bien poco…Eso es un contratiempo. Si ya vamos justos, Trump es un obstáculo en medio de un proceso al que se le acaba el tiempo. Ha dicho que el cambio climático es una tontería, lo cual es un disparate, va a quitar limitaciones de impacto ambiental, ha aprobado dos grandes oleoductos… La influencia de Estados Unidos es tan fuerte… Nos jugamos la vida y hay que buscar una salida desde lo pequeño a lo grande. Estamos en un ciclo de extinción de especies y somos una más, no nos engañemos. Necesitamos revisar el sistema por completo. Y no es fácil.

-¿Hay bastantes recursos naturales para 12.000 millones de habitantes que seremos en el 2070?

-No es que no los haya. Es que despilfarramos. Se tira comida, cuando nuestros padres y nuestros abuelos nos hacían comer todo lo del plato. Se reutilizaban las cosas. Hemos perdido mucho sentido de la mesura.

-¿Nuestro punto de vista occidental es aplicable a otras civilizaciones del planeta?

--No podemos pretender llevar nuestra forma de vida a otros lugares. Es un disparate. Hay países con procedencias históricas y roles distintos y estas otras, pudiendo tener otro camino sin copiarnos, han optado por coger nuestros patrones. Occidente ha generado una huella ecológica diez veces más grande que en países emergentes como India o China. Latinoamérica me fascina porque es un laboratorio de ideas y tienen una cultura del territorio que aquí hemos perdido. Su supervivencia admirable.

-¿Cuándo empezamos a equivocarnos? --En el momento en el que dispusimos de energía abundante y barata, a mediados del siglo XX.

-Estamos a tiempo de revertir la situación que usted vaticina? --Estamos inmersos en procesos de desestabilización global pero aún podríamos reconducir procesos técnicamente hablando. Nuestro problema es la dependencia de discursos y poderes que juegan a otras cosas. Hay recursos suficientes. Pero hay que querer.