Mañana se celebran las elecciones de representantes al Consejo de la Policía, las cuales se llevan convocando ininterrumpidamente desde el año 1987 cada cuatro años, donde los funcionarios del CNP (Cuerpo Nacional de Policía) eligen a sus representantes sindicales frente a la Administración para mediar en conflictos colectivos, establecimiento de condiciones de trabajo y materias relativas al Estatuto Profesional, entre otras atribuciones. La Dirección General de la Policía publica en su página web: www.policia.es, la lista de los que se considera los cuatro sindicatos mayoritarios: SUP (Sindicato Unificado de Policía), SPP (Sindicato Profesional de Policía), UFP (Unión Federal de Policía) y CEP (Confederación Española de Policía). Estos cuatro sindicatos son, a día de hoy, los que se reparten el pastel de la representación de la mayor parte de los funcionarios de la Policía Nacional española.

Sin adentrarme en tintes políticos, sí que me puedo arriesgar, sin equivocarme, a manifestar que existe cierto paralelismo en el convulso panorama representativo español entre las próximas elecciones de la policía, las del 10-J, y las recientes elecciones municipales y autonómicas. ¿Por qué digo esto? Porque en el seno de los cerca de 70.000 agentes existe un aire de disconformidad (o indignación) entre los policías y sus representantes, los cuales cada vez son más proclives a dejarse arrastrar al terreno de la administración, y, por consiguiente, alejarse del ámbito de aquellos a quienes deben (y tienen) que proteger. No seré yo el que utilice expresiones tan mediáticas como "casta", ni tan siquiera hablaré de "estómagos agradecidos", pero como me dijo un día Vázquez-Figueroa: "La gente tiene falta de iniciativa y pocas ganas de hacer cosas. El sueño de la mayoría es conseguir entrar en un ministerio y que le paguen por leer el periódico o jugar con una maquinita".

Y no le falta razón al maestro de la narrativa, ya que los representantes sindicales se han constituido en una especie de poder paralelo que hace y deshace a su antojo en esa cada vez menos beligerante lucha por el derecho de sus representados, en contra de su obligación hacia ellos. Decía mi suegro, que en paz descanse, una frase que siempre me cautivó: "Mientras haya burros, iremos a caballo". Yo comprendí desde el primer momento, que la escuché, que si alguien se nos sube a la espalda, en el fondo es porque nosotros se lo permitimos. Y para eso precisamente existe la voz y la fuerza que da el voto.

Frente a los sindicatos tradicionales y mayoritarios, han surgido unos, digamos, sindicatos de "indignados" no conformes con ese anquilosamiento sindical tan repulsivo en este y en cualquier tiempo. Pero es a los votantes a los que les corresponde, con su voto, dar ese voto de favor a todas esas representaciones surgidas de la indignación y el hartazgo, huyendo de favoritismos acomodaticios que tanto daño nos están haciendo, a todos. ¿Dónde quedó la cacareada equiparación salarial con otras policías? ¿Y la reestructuración de los dañinos cinco turnos? ¿Y los medios necesarios para que la policía pueda combatir el crimen? Tenemos una policía barata, porque por menos de lo que gana otro profesional similar debemos portar armas y exponer, en mayor o menor medida, nuestra propia seguridad para dar seguridad a los demás. No tema el ciudadano, por otra parte, a que su protección y auxilio quede amenazado. Los funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía estarán ahí llueva, nieve, haga frío, sea festivo o en las largas e interminables noches. Pero mientras el grueso de esas mujeres y hombres se dejan la piel por proteger los derechos, otros seguirán viendo la televisión en casa con sus familias o entrarán en cómodos horarios de oficina de lunes a viernes, que casualmente, son los que han de luchar por nuestros derechos.

PERO quizá no esté todo perdido, ya que entre esas alternativas has surgido otras formaciones como UNIPE (Unión por las Escalas Básicas y Subinspección) o ASP (Alternativa Sindical de Policía), por citar algunas de reciente creación que buscan captar votos entre sus afiliados sin necesidad de regalar tabletas, móviles o relojes, como se viene haciendo hasta ahora, y que buscan dar voz a los desheredados de la policía y regresar al sendero del que nunca debieron salir los sindicatos. El 10-J los funcionarios decidirán si quieren que otros sigan yendo a caballo.