Cuando la única posibilidad de salir absuelto o con una reducción de condena ante una acusación por asesinato pasa por echar la culpa a otro coimputado, no hay lugar a las dudas. Así quedó de manifiesto ayer durante la primera sesión del juicio contra los tres acusados de degollar y robar al representante de joyería vecino de Zaragoza y natural de La Rioja, José Luis Madurga Martínez, ocurrido en Tudela en noviembre de 2001.

En el banquillo se sentaron los súbditos colombianos Jesús Orlando Loaiza Tascón, de 35 años, y Gerson Gutiérrez López, de 27, y la mujer de éste último, María Pilar Pueyo Hernández, de 53. A pesar de que todos ellos declararán hoy, los abogados de la defensa adelantaron ayer a los nueve miembros del jurado (siete mujeres y dos hombres) que el juicio va a girar en torno a las acusaciones mutuas entre el matrimonio y Jesús Orlando Loaiza. Los tres letrados piden la absolución de sus clientes.

Por su parte, tanto la fiscal como el letrado de la acusación particular, que representa a la familia de la víctima, afirman que todos participaron por igual en un plan "perfilado al milímetro" para robar a la víctima, "que no podía quedar con vida". La fiscal pide 23 años para cada uno (5 por robo y 18 por asesinato), por los 25 de la acusación particular (5 y 20).

El asesinato tuvo lugar entre las 18.45 y las 19.15 horas del 12 de noviembre de 2001 en un lavadero de coches ubicado en la calle Cuesta de Loreto, de Tudela, que era regentado por la acusada. Allí acudió la víctima con un muestrario de joyas valorado en 92.349 euros (15,7 millones de pesetas).

Las acusaciones sostienen que María Pilar fue quien concertó la cita en el local, "pero necesitaba de la fuerza física de los otros dos acusados" para reducir y matar a un hombre de 47 años "muy precavido por su profesión".

Añaden que Jesús Loaiza fue quien le propinó el primer golpe en la nuca con una barra de hierro y Gersón López los dos restantes, que le dejaron inconsciente y con la mandíbula fracturada.

A continuación le introdujeron en el maletero de su propio vehículo, le seccionaron el cuello y sus dos muñecas, abandonaron el vehículo en el polígono La Barrena y se fueron a jugar un partido de fútbol.

PLAN PRECONCEBIDO Según la fiscal, cada acusado representó su papel en un plan preconcebido para cometer un robo "que tenía que conducir al asesinato, porque, si no, José Luis Madurga les hubiese denunciado". La acusación hizo especial hincapié en el papel de María Pilar Pueyo, a quien la víctima conocía desde hace años, razón por la que accedió a citarse con ella, a pesar de que no lo tenía previsto.

Gran parte de las joyas se encontraron en poder de Jesús Orlando Loaiza. Todos los acusados reconocieron su participación en los hechos inicialmente, si bien ahora niegan uno a uno ser los autores materiales, en el caso de los varones, y la organizadora del plan, en el de María Pilar Pueyo.