La picaresca de la matriculación de un vehículo en un municipio donde el impuesto de circulación es muy bajo ha coronado históricamente a municipios que han llegado a tener miles de ellos inscritos para una población excesivamente reducida. El último conocido en Aragón, que llegó a encabezar el ránking en España de coches y motos matriculados en sus dominios, fue el de La Cerollera, donde en el 2008 llegó a haber más de 26.000 para una población de 125 personas. Pero en el 2012 subió el coste de este tributo. Más que subir, se cuadruplicó, y descendió en el escalafón. Empresas de alquiler de vehículos o de compraventa se lanzaron a inscribirlos allí hasta que los 1,1 euros que suponía pasaron a ser 4,42, en el caso de los ciclomotores, un precio que en Zaragoza ahora es de más de ocho euros. O los 15,14 euros que se pagaban por las motocicletas de más de 1.000 centímetros cúbicos, que se convirtieron en 60,58, más cerca de los más de 120 que se pagarían en Zaragoza. Aún así las diferencias siguen siendo importantes entre municipios y favorece que el conductor registre su vehículo donde más le interese a su bolsillo.