El proyecto del embalse de Biscarrués, al inundar la totalidad de la parte baja del tramo navegable del río Gállego y entre un 25 y un 30% de la parte alta, dejaría un tramo de río muy corto que impediría a las empresas de ocio allí instaladas competir con otros destinos. La presidenta de la Asociación de Turismo Activo de Aragón, Agnes Dewaulf, cifró ayer en 200 puestos de trabajo los que generan directamente los negocios que trabajan en las aguas bravas, más otros 500 indirectos en la zona de los Mallos de Riglos, aunque aseguró que el impacto de la obra «llega más allá de ese área».

Además, explicó que el proyecto presenta «varias lagunas» y recordó que está pendiente de resolución un contencioso, después de que en el 2012 se recurriera la declaración de impacto ambiental, ya que no respetaba la directiva marco del agua, entre otras. «Esperamos que la razón prevalezca sobre los intereses personales de algunos dado que el turismo ha permitido la fijación de población y la creación de riqueza en la zona y eso es algo que cualquier persona un poco sensata lo puede entender», destacó.

Los empresarios de la comarca mantuvieron un encuentro con el consejero de Vertebración del Territorio, Movilidad y Vivienda, José Luis Soro, que expresó su apoyo a todos los efectados por considerar que el proyecto es «irracional».

El también presidente de CHA recordó que alrededor del Gállego y sus aguas bravas se ha construido un destino turístico «único, irrepetible, de altísima calidad y con nulo impacto ambiental» que irradia no solo a la Hoya de Huesca, sino también a comarcas vecinas como Alto Gállego, Jacetania o Cinco Villas.

Allí, el turismo ha generado empresas y puestos de trabajo en el medio rural, con una presencia femenina «muy importante» y ha provocado que la población no se reduzca en la zona y que el número de jóvenes crezca. «Se va a inundar un potencial inmenso de desarrollo económico y social», lamentó.

«políticas antiguas» / A su juicio, proyectos como el del embalse de Biscarrués, con el que algunos «se obcecan con una política hidráulica del siglo XIX» mientras ignoran la nueva cultura del agua, van «justo en la dirección contraria» en la lucha contra la despoblación. «Nos exprimimos el cerebro buscando los recursos endógenos», aseguró el consejero en referencia a las medidas para frenar la despoblación, a lo que añadió que ahora que se ha desarrollado «un nicho económico de una forma natural y casi exclusivamente a través de la empresa privada», se pretende «arrasar».

Por tanto, sentenció que la única forma de evitar la destrucción de este potencial económico es renunciar al embalse y buscar alternativas al regadío, ya que la zona afectada se debería preservar «como un tesoro».