Unas 500 familias "intocables" de India dejarán de temer porque las lluvias torrenciales destrocen sus cultivos de cacahuete o porque un escorpión les pique. Gracias a un convenio firmado entre la Asociación de Promotores de Zaragoza y la Fundación Vicente Ferrer, esas familias podrán contar con una vivienda.

El convenio se firmó hace quince días en Zaragoza. En ese acto estuvieron presentes el presidente de la Asociación de Promotores, Leopoldo Torralba, el gerente, Felipe Ruiz, y el director, Jordi Folgado, además de representantes de la fundación. "Es un proyecto cercano a nuestra actividad cotidiana pero a la vez alejado de nuestros intereses diarios", manifestaron desde la asociación de promotores.

Según explicaron voluntarios de la ONG catalana, está demostrado que cuando una familia necesitada logra una vivienda "se pone las pilas". Los fondos, aportados por 40 empresas, viajarán desde Zaragoza hasta un distrito del sur, Anantapur o Ciudad del infinito , donde la mitad de los 4 millones de habitantes se beneficia de los proyectos desarrollados por la fundación desde hace 30 años.

En su mayoría son "intocables" (dalits ), indios que de nacimiento no pertenecen a ninguna casta y que se ven obligados a vivir excluidos en colonias de chabolas. Aunque la Constitución haya abolido este sistema, desde la ONG garantizan que en la vida diaria sigue latente.

"En los setenta, los geólogos aconsejaban abandonar la zona por su desertización", recordaron los voluntarios. Sin embargo, ahora los indios viven de la agricultura, en especial del cacahuete. "Pusimos en marcha programas con ayuda de los nativos", explicaron. La fundación se centró en la ecología, la educación, la mujer, la sanidad, los discapacitados y la vivienda. Y ya han logrado crear más de mil escuelas, cuatro hospitales o 2.500 asociaciones de mujeres. Además, 7.000 familias tienen casa, todas iguales y construidas según sus modelos.

"El primer paso es que esas personas tengan la propiedad del suelo en el que se asientan sus chabolas", informaron desde la ONG. En ese momento empieza un sudoroso trámite gubernamental. Y al lograr la propiedad, desde la ONG se la otorgan a la mujer. "Llevamos a cabo una revolución silenciosa", señalaron fuentes de la fundación. A partir de ese momento, las paredes blancas van llenándose de objetos y se convierten en el hogar de generaciones y generaciones.

"Han ido creándose repúblicas autosuficientes, que es el final de nuestro camino", añadieron. "Es la primera vez que las empresas nos ayudan y puede ser un buen principio", concluyeron.